BlogESfera. Directorio de Blogs Hispanos escritos -reflexions variades-: enero 2011

lunes, 24 de enero de 2011

Tres cartas

En la última semana tres medios han recogido cartas mías en sus versiones escritas y on-line. Quiero decir, en primer lugar, que agradezco  a El País, a El Periódico y a La Vanguardia, que hayan tenido en consideración mis opiniones y, asimismo, que las hayan dado a conocer a un público mucho más amplio que el que pueda acceder a ellas por vía del presente blog.
La naturaleza de los temas tratados en cada una de estas cartas son muy variados, tanto en el fundamento como en el ámbito al que se refieren. No son más que tres visiones sobre  asuntos de actualidad diversos que no tienen ningún tipo de ligamen entre ellos. Aún así, en este artículo haré un pequeño recopilatorio, dando a conocer sus versiones originales –ya que los diarios se reservan el derecho a extractarlas para poder acotar su extensión al espacio que reservan cada uno de ellos-.
Así las cartas son las siguientes:

EL PAÍS 18-01-11
La renovación tardía del Tribunal Constitucional vuelve a poner sobre la mesa los temas de la politización de la justicia y el grado de independencia del poder judicial respecto a los otros poderes del Estado. No es trivial poner el acento en esta cuestión que nos ilustró Montesquieu y que es el pilar fundamental del Estado Liberal Moderno.
Ciertamente, hay que decir que el problema no es que la justicia este politizada, ya que ella misma es política. El problema es que la justicia es partidista. Y es que el ente sobre el que se fundamenta todo el sistema político en España es el partido. Casi, constituye una idea absoluta y uniforme. El partido fue, en su momento, un modo de representar a la pluralidad social. Sin embargo, la idea ha terminado derivando en un servidismo a unas siglas a menudo irracional, muy similar al que se produce en el ámbito deportivo, donde el fin es doble: la victoria propia y la derrota del rival.
Hacer una profunda renovación del sistema urge ahora más que nunca. En esta nueva estructuración social debe primar la idea de ciudadania a la idea de militancia. No deben ser los militantes los que participan activamente en la política, sinó los ciudadanos. Solo con una reforma estructural se puede lograr romper la verticalidad del sistema. Porque, efectivamente, en España la política, aunque dual –o PP o PSOE- es vertical. Los tres poderes del Estado se unifican en dos pilares: los dos grandes partidos políticos. Así, decir que un juez es conservador o progresista, no deja de ser un eufemismo que los medios utilizan para decir que ha estado asignado –y por lo tanto en algún modo vinculado- a uno u otro partido.
No es tarea fácil. Pero el ciudadano debe asumir que ha llegado el momento de tomar la palabra. Exigir nuestros derechos y ejercer nuestros deberes. Y la ciudadanía es un derecho y también un deber. No lo olvidemos.

EL PERIÓDICO 20-01-11
El mundo entero centra estos días su atención en la profunda rebelión social acontecida en Túnez y en la huída forzada del sátrapa Ben Alí del país. La esperanza de que dicha rebelión pase a ser una plena revolución genera optimismo y, a su vez, un efecto reverberante en muchos de los países árabes vecinos, donde el pueblo ve que, unido, se puede hacer frente al tirano. Sin embargo, y pese a que la historia de los progresos sociales de Occidente se ha fundamentado, en gran medida, a partir de potentes revoluciones violentas –cuyo paradigma es, sin duda, la Revolución Francesa- me genera una gran decepción pensar que esto comparece prácticamente como el único modo posible de lograr cambio alguno. No puede ser un ejemplo que para hacer frente a la autoridad totalitaria y conseguir los negados derechos civiles alguien deba inmolarse quemándose a lo bonzo. Sería una gran noticia que Túnez lograra la tan ansiada democrácia. Pero hay que ser cauto a la hora de tomar el medio como precedente. Esperemos que nadie más deba sacrificarse por de la libertad del pueblo.

LA VANGUARDIA 23-01-11
En las últimas décadas, con la consagración de la democracia, se han producido grandes progresos en materia laboral. Muchos años de lucha obrera han obtenido réditos nada desdeñables. Pero la crisis ha obligado a racionar gastos. La economía ha sufrido una profunda recesión y las expectativas de crecimiento a corto plazo son limitadas. Esta evidencia, sin embargo, no puede ser nunca un pretexto para proponer una involución en los progresos sociales que tanto esfuerzo han supuesto.
En este sentido, el anuncio de Nissan en que condiciona su presencia en Catalunya a más horas trabajadas y peor remuneradas no puede considerarse jamás una buena noticia. Cierto, garantiza a miles de trabajadores el empleo. Cierto, asimismo, que no es ahora el momento para ponerle trabas. Pero, finalmente, termina imperando la ley del silencio. No por otra cosa que porque el trabajador no puede hablar, ya que siente el yugo del despido en el cuello.
Hay que felicitar a Fransesc-Marc Álvaro por alzar su voz desde la tribuna que le reserva este diario y dedicar un espacio a este tema. Ciertamente, es, como él mismo dice, un “caixa o faixa”. No queda otro remedio. Pero si esto termina asentando precedente puede suponer una vuelta atrás respecto a muchos de los avances logrados a lo largo de estos últimos años. Seamos cautos: el silencio a menudo es pernicioso.

sábado, 22 de enero de 2011

Kennedy i l'acció ciutadana

Aquests dies els mitjans s’han fet ressò d’una significativa efemèride: el dia 20 va fer mig segle que John F. Kennedy va prendre possessió del càrrec de President dels Estats Units. La seva mort prematura i el fet com aquesta va esdevenir van contribuir a alçar la figura d’aquest personatge a la categoria de mite i, probablement, el seu nom desperta entre el ciutadà nord-americà una admiració reverencial només comparable amb la generada pels emblemàtics George Washington, Thomas Jefferson i Abraham Lincoln.
Per a la història ha pasat el discurs inaugural de la seva presidència a on apel·lava al ciutadà a desenvolupar un paper actiu i no ésser un mer espectador, mitjançant una de les frases més conegudes i repetides en els últims temps a la política:

«Ask not what your country can do for you; ask what you can do for your country.»

La traducció al català seria la següent: “No et preguntis que pot fer el teu país per tu; pregunta’t que pots fer tu pel teu país”. Però, com en les bones pel·lícules, la traducciò (el doblatge) desdibuixa part del seu sentit original. En anglès, tal i com va ser  va ser pronunciada, la frase té contingut en la seva pròpia sonoritat.
No es casual, en aquest sentit, que el pronom personal tu tingui una coincidència fonètica en múltiples llengües. Tant en les romàniques, com en les anglosaxones -en el “you” o el “du”-, la u ressona amb especial intensitat. I es que si una vocal té una vibració apel·lativa o, fins i tot imperativa, aquesta es la u. Si bé la a exclama i la e interroga, la u penetra profundament en el receptor, despertant-lo de tot ensopiment. Així, Kennedy, amb unes reconegudes dots oratòries feia ús d’aquest recurs literari que coneixem com a al·literació.
Kennedy apuntava al ciutadà amb el dit de la paraula. No podia passar desapercebuda la frase i, cinquanta anys després encara se’n parla. I certament, és el moment, amb l’excusa de l’efemèride, de fer la ressonar novament, amb tota la potència que Kennedy li va donar.
Amb aquest article, torno a posar l'accent en allò que ja he apuntat, fins ara, en diverses ocasions: ja no podem posar més excuses, som ciutadans. El joc de l’apolitisme és des dels seus orígens una fal·làcia. I el ciutadà ha d'assumir que ell és la unitat política mínima i fonamental. Així, no podem ser ni passius, ni tan sols merament reactius. L’activitat és l’única possibilitat. I ara més que mai una exigència.
Acabo citant la part final d’una carta meva que va ser publicada al diari El País del passat dia 18 de gener sota el títol Por una reforma estructural del sistema político que comparteix l’esperit de les paraules que Kennedy va fer sonar a les orelles de tot el món (és a dir, l'acció):

 «No es tarea fácil. Pero el ciudadano debe asumir que ha llegado el momento de tomar la palabra. Exigir nuestros derechos y ejercer nuestros deberes. La ciudadanía es un derecho y también un deber. No lo olvidemos.»

jueves, 13 de enero de 2011

Propósitos, limosnas y simulacros

Empieza un nuevo año, otro más en nuestra cuenta. Desde antaño, desde que el hombre es hombre –como reza la dicha- nuestro pensamiento ha sido cíclico. Enterrar lo caduco y abrazar la llegada del renovado aire que trae consigo la nueva fecha. Asimismo, en los nuevos tiempos, es tradición que toda persona bondadosa se haga sus buenos propósitos. No podía ser menos nuestro padre común –y no hablo de Dios sino del Estado- que procura también por el bien de su prolija y variada cosecha –los ciudadanos-.
De este modo, el nuevo año abre sus puertas a una serie de medidas legislativas que afectan, en mayor o menor grado, a nuestro quehacer cotidiano. No es propósito de este artículo enumerar todo aquello que va a cambiar, ni tampoco redundar en los asuntos ya debatidos hasta la saciedad. Sin embargo, un aspecto, solo citado lateralmente, y relacionado con una de las grandes noticias del año ha llamado mi atención. Se trata del desglose de la factura de la luz que –por si alguien no lo sabe todavía- ha incrementado su precio notablemente y de forma muy superior a cómo lo han hecho la media de los productos de consumo.
En lo ya dicho y en lo venidero, evitaré dar cifras y me limitare al uso de determinantes cuantitativos. Los números en estos casos tienen un carácter profundamente ambiguo y muy rara vez pueden expresar cualidades. Así pues, prosigo este escrito siguiendo este propósito.
Pues bien, resulta que, entre tantas cosas ajenas a la estricta producción eléctrica, se paga una tasa dedicada al desarrollo de energías renovables y, también, al coste de la producción de la minería de carbón. Las cargas impositivas tienen su razón de ser. Asimismo, promover el desarrollo de fuentes de energía limpias e investigar en esa dirección parece, sin duda, una gran inversión, ante la evidencia del agotamiento de los recursos fósiles. Pero en un profundo sinsentido, el gobierno avanza con una pierna y retrocede con otra. Y esta acrobática acción solo puede terminar de una forma: con un patinazo.
El Presidente del Gobierno apelaba a finales del mes pasado a la empatía nostálgica de la idea del minero. Así, hay que protegerlo, el Estado debe destinar una partida a su conservación. No lo podemos perder, el minero es patrimonio, ya no solo de Asturias, sino de la mismísima Humanidad. Este hecho tiene sin duda su intríngulis. A nivel económico, el análisis parece evidente: la míneria del carbón es insostenible, en todos los sentidos en que se puede utilizar el termino sostenibilidad. Cuando la obsesión es salir de la crisis, la atención debe centrarse en cómo poner en movimiento la rueda de la productividad y, sin duda, la práctica de la limosna –entendida en el modo aquí referido- no puede contribuir para nada a ello. El sufrido minero es ya un reducto del pasado y el esfuerzo se debe situar en la reconversión de un sector condenado.
Pero el porqué esto no sucede así debe leerse en una perspectiva que va más allá de lo meramente económico. Efectivamente, como se dejaba ya entrever, el minero, socialmente hablando, es más una idea que una realidad. En un tiempo en que se tiende cada vez más a la arqueologización y al simulacro, la realidad, en tanto que las cosas mismas sin adulterar, ha sido desvirtuada por una idea de una falsa tematización del mundo. Así, el minero, no es otra cosa que una connotación o una sensación más. Quizá el futuro de las minas, en los tiempos que corren, se encuentre en hacer de ellas un parque de atracciones. Creo que ya existe alguna montaña rusa que simula algo parecido. Quizá seria más aconsejable hacer las paces con el mundo, con nuestro mundo. Analízese el propósito.

lunes, 3 de enero de 2011

Espanya i la superació de les Avantguardes

Humà, massa humà. Un llibre per a esperits lliures (Menschliches, Allzumenschliche Ein Buch für freie Geisters): així va titular Friedrich Nietzsche una obra carregada d’aforismes que apuntava ja aspectes essencials del seu pensament. Tanmateix, Humà, massa humà és el nom d’una de les exposicions que aquests dies (i fins al 20 de febrer) ocupa una de les sales del Caixaforum de Barcelona. Un tast variat i breu de pintura espanyola de les dècades dels 50 i 60.

Espanya viu una situació particular durant aquest període. Mentre el país, pres d’una dictadura, intenta recuperar-se de la devastació econòmica, material i moral d’una fratricida guerra civil, és espectadora del més destructiu dels conflictes bèl·lics: la Segona Guerra Mundial. En la dialèctica art-història això tindrà una forta conseqüència: l'obsolescència del discurs avantvanguardista. S’esvaeix així el caràcter positiu que han guiat, en gran mesura les Primeres Avantguardes i, alhora, la fe que la creació d’un nou llenguatge que trenqués tota vinculació amb allò clàssic pogués deparar un futur millor i més lliure. Davant de tota transcendència idealista ara només es pot adoptar un camí: l’home, en la dimensió que ha estat negat pel positivisme. La vida mateixa sense intermediacions.
I és en aquest sentit on apareix Nietzsche, com la veu d’un visionari, que posava ja sobre la taula, a finals del XIX, un inevitable colapse metafísic. Desfilant els fonaments morals creats des de la Grècia Antiga, en feia manifesta la seva vacuïtat, i en el prefaci d’Humà, massa humà llançava preguntes amb un potent caràcter enunciatiu:


«¿No es posible subvertir todos los valores?, ¿y es el bien acaso el mal?, ¿y Dios sólo una invención y sutileza del diablo? ¿Es todo acaso en definitiva falso? Y si somos engañados, ¿no somos precisamente por eso también engañadores?, ¿no nos es inevitable ser también engañadores?»


La subversió respecte a allò que ens ha estat venut fins ara apareix aquí com l’únic camí possible, senzillament, perquè el que ens ha estat venut no pot tenir ja cap valor. I quan l’escala de valors desapareix, desapareix també allò transcendental. L’home queda aleshores abocat a una profunda immanència envers el món, de manera que el propi món ja no és el món-fora-de-mi sinó que passa a integrar-se en la unitat jo-món. Així, tot esdevé humà, massa humà.
En aquest sentit i, tornant al tema artístic, el discurs avantguardista precisa d’una reformulació, perquè el llenguatge aleshores plantejat no pot dir el món que es viu (en el nostre cas, l’Espanya de l’època). Tanmateix, l’abstracció sense més, difícilment pot ésser acceptada com a discurs artístic i, quan apareix, generalment ho fa sota formes com l’expressionisme abstracte.


Precisament de la font de l’expressionisme abstracte beu l’obra amb la qual s’inicia l’exposició, de caràcter fortament dramàtic, i que avisa ja d’entrada que el que ens disposem a començar no serà, en cap cas, un passeig tranquil. L’ús exclusiu del blanc i del negre –habitual en l’obra de Saura durant aquest període- li proporciona una certa reminiscència-Gernika però, al mateix temps, remet al subconscient iconogràfic de la societat d’aquell temps. L’Església havia perdut el paper de poder fàctic únic –sense negar per això que era un dels principals- i, paral·lelament, els mitjans de comunicació de masses havien adquirit una presència pública molt significativa. Així, el reporter de guerra és el nou pintador d’icones. Les seves fotografies –en blanc i negre- compareixen, per analogia, com la guerra mateixa.
En aquest sentit el títol és revelador: Gran nu. És un cos, efectivament, però un cos desfigurat. Precisament el seu caràcter icònic es recolza en aquestes fotografies que els reportes prenien dels conflictes bèl·lics. D’aquí, l’obra, pren una part important de la seva força. L’altra, es genera a partir de la lluita que esdevé entre els diversos traços, expressius i nerviosos.
És interessant explorar també el que aquest quadre aporta des del punt de vista del llenguatge artístic. Obviant del tema representat, es possible veure una forta tendència cap a l’expressionisme abstracte, tal i com s’ha comentat al principi. Si s’exclou allò que de figuratiu -no gens menyspreable a l’hora de fer una anàlisi global de l’obra- s’observa, la potència gestual del traç pren valor per ella mateixa. A més, Saura posa en practica una tècnica molt característica i gairebé antitètica amb allò figuratiu: es tracta de l’action painting, consistent en la lliure expressió del gest. Tot i que, efectivament, hi ha un patró figuratiu, l’artista es deixa emportar en gran mesura per aquesta llibertat expressiva, contribuint a la descomposició i desfragmentació de la figura.
Més enllà, però, de les exploracions lingüístiques que posa de manifest l’obra, probablement el més subversiu no és tan evident com per ser aprehensible a primer cop d’ull. En efecte, el títol Gran nu, és una referència clara a la Història de l’Art. El cos femení ha estat un tema recorrent, que té la seva màxima expressió en la Dànae de Tizià (1553-1554). Manet va escandalitzar el món fent-ne una paròdia l’any 1863, substituint la deessa grega per una vulgar prostituta. I Saura, de manera menys explícita, torna a recórrer a la tradició, aquest cop per fer una pintura gairebé abstracta, on l’expressió del nu passa a ser en aquest cas la desfiguració total del cos.


Obert ja el tema de la subversió envers el llenguatge classico-acadèmic, apareix aquí la figura de Dalí, recollida en aquesta exposició a través de diverses obres de petit format, elaborades amb tècniques variades sobre paper. El maximalisme –entès com a antítesis del que s’anomena minimalisme- de l’univers dalinià és inabastable. La mestria tècnica i l’absolut domini del traç permet a l’artista superposar significats menors dintre d’entitats d’ordre major, i així successivament, de manera que les obres representades tenen, en molts casos, interpretacions a diferents escales d’observació. Dintre de totes les seves peces de la mostra, a les quals es podria dedicar temps infinit tant a l'observació atenta dels detalls com a les digressions originades entorn a cadascun d’ells, hem optat per centrar l’atenció en només una, evitant així perdre’ns en una valoració massa genèrica i poc concreta.
El primer que resulta rellevant a l’obra que aquí es comenta és la presència d’un evident –i explícit- punt de fuga, perfectament centrat, del qual s’origina el corresponent feix de rajos visuals. A la part superior del paper una inscripció enuncia el següent: «The true painter must be able before an infinite panorama to limit himself to reproducing a single art». El panorama infinit del que parla Dalí, és a dir, el marc de tota representació possible, no podia ser més clar i, al mateix temps, evidenciar-se per una via tan extremadament convencional com és una perspectiva clàssica –amb tot el sentit que té aquesta paraula-, que resulta més pròpia d’un estudiant bondadós que no pas d’un geni transgressor i excèntric.
Ara bé, quan l’atenció se centra en allò que ocupa l’espai perspectiu, és on es produeix la ruptura. Quin sentit pot tenir, doncs, fer explícit un mecanisme classico-acadèmic si no es duu a terme fins a l’últim extrem? Doncs senzillament el mateix que tenia en Saura –i prèviament en Manet- el nu femení. A diferència de les Primeres Avantguardes, ara ja no es pretén trencar totalment amb allò clàssic, sinó més aviat subvertir-ne el seu significat. D’aquesta forma, la idea subversiva torna a aparèixer, ja, com gairebé un leitmotiv de les obres que s’han anat traient a la llum.
Així, a través del caràcter profundament anticlàssic d’unes figures de naturalesa grotesca i perversa, es provoca la detonació d’un sistema espacial obedientment clàssic. Una i altra cosa són incompatibles i, en ajuntar-les, alguna ha de caure inevitablement. Al mateix temps, la referència a l’univers clàssic va encara més enllà. En primer pla, i fora de l’espai perspectiu, apareixen unes formes –que per tal de posar límits a aquesta reflexió, m’abstindré de comentar- que efectuen de marc a allò inscrit en el feix de rajos visuals. I és aquí on torna a aparèixer tot allò clàssic, amb amanerament i decadència, amb uns contorns flamígers que es desdibuixen i es consumeixen. Voltes basilicals, pedestals complexos, pinacles i coronaments diversos, i tot un conjunt d’elements que adquireixen una aparença delirant i onírica. Totes i cadascuna d’aquestes formes, ordenades sota una profunditat científica, fan entrar en crisi la ciència mateixa, en el seu caràcter positiu.
El resultat és una forta indigestió visual. La fruïció que es pot obtenir en la contemplació d’aquesta obra és diametralment oposada a la que s’obtindria a través d’una pintura quattrocentista florentina. Perquè, en Dalí, tota fruïció va lligada a un punt de perversió. I aquesta perversió és humana, és connatural a nosaltres mateixos. Fins ara, però, no ho hem volgut reconèixer, i ens hem esforçat en voler emmascarar-nos per mitjà de convencionalismes que distaven molt de la nostra veritable naturalesa.
Per altra banda, plantejar aquesta qüestió no ha de ser fàcil. Però menys ho és fer-ho des de la comoditat d’estar instal·lat en un sistema que el teu propi art posa en crisi. Això és Dalí, el geni del surrealisme, el mestre de la contradicció, el millor promotor d’ell mateix i l’antítesis viva de l’artista aïllat i incomprès.


I de mestre a mestre, l’exposició arriba al moment més rellevant –al meu entendre- a través de dues obres del més gran dels creadors del segle XX: Pablo Picasso. Es tracta de pintures relatives a la seva sèrie de Les Menines. El quadre que precedeix, però, a una de les versions de la gran pintura del barroc espanyol, és un retrat que manté una relació indirecta amb el següent. Es tracta de la seva companya Jacqueline Roque.
Altre cop, les referències clàssiques tornen a fer-se manifestes. Jacqueline adquireix un cert aire reial en aquesta representació, a través d’un abarrocat marc que remet al mirall on apareixen reflectits els Reis d’Espanya a Les Menines. Alhora, tot aquest abarrocament, tractat amb una delicadesa dolça i nerviosa, remet a l’element marc mateix. En incorporar-lo, al mateix temps, es nega com a entitat independent. Novament, la subversió.
Però anant més enllà, es posa de manifest un altre tret que desmunta dues convencions molt arrelades. Per una banda, la pintura, en tant que pintada. Per l’altra, la relació de fons i figura. Allò més significatiu del retrat, el rostre -també, en aquest cas les mans- apareix sense pintar o, dit d’una altra forma, Picasso utilitza el fons blanc de la tela com a color. D’aquesta forma el fons –la tela- passa a ser figura en una inversió realment magistral.


El Retrat de Jacqueline, com s’ha dit, serveix de pròleg a Les Menines. L’obsessió patològica de Picasso amb l’obra mestra de Velázquez s’inicia a la infància, amb les visites que en companyia del pare feia al Museu del Prado. Des d’aleshores, el caràcter inexplicable del quadre el va portar a una contínua reflexió, que va culminar, l’any 1957, amb la mateixa apropiació. Picasso acaba subjectivitzant una obra universal i, es passa així, de Les Menines a, com deia el propi artista, “les meves Menines”.
I quines són aquestes Menines? Una ficció d’un personatge marginal –per posició, per importància res podria dir-se marginal-, un nan dit Nicolasito Pertusato. Davant el joc d’equivocs i dubtes que planteja l’original, Picasso dona la seva versió. El color vermell que emana del cap del personatge sembla crear una superfície que trava les diferents figures representades. Els propis Reis d’Espanya apareixen ocupant la posició central d’aquest entrepà –fent servir la terminologia del món del còmic-, com part fonamental del deliri mateix. I alhora, aquesta superfície és l’element que atorga profunditat a l’obra–tot i que de forma altament ambigua-.
Tot plegat fa que aquesta resposta aparegui carregada de noves preguntes. En un acte de subversió reverencial -en cap cas comparable amb l’àcida irreverència de Duchamp a La Gioconda- Picasso torna a posar sobre la taula la inesgotabilitat de l’obra i les possibilitats de dir l’art a través del propi art.

Més obres d’aquesta exposició obren altres portes interessants en quant a l’expressió artística Post-Avantguardista. Citar-les totes faria aquesta reflexió llarga i feixuga. Però voldria fer també un comentari superficial d’altres peces de la mostra.
En aquest sentit, resulten curioses i iròniques les referències d’Equipo Crónica a obres cabdals de la pintura espanyola que, sota una estètica de tendència Pop-Art, llança un missatge incisiu i amb un fort compromís social –i que, alhora, peca potser de ser excessivament explícit-.
Per altra banda, dues escultures de Jorge Oteiza –les úniques obres no pictòriques de l’exposició- posen de manifest altres formes d’humanitzar l’espai per mitjà de l’abstracció. És summament interessant la incorporació del buit com a element de l’obra d’art–més radical que en el cas citat de Picasso- i la forma en com proporciona un espai existencial per a l’home. Realment, podrien originar llargues digressions sobre l’espai a nivell metafísic, però això escapa ja de la voluntat d’aquest escrit..

El pretext de l’exposició ha permès esbossar diversos camins i ha donat peu a reflexions entorn al nou espai humà, en un lloc (Espanya) i un temps (anys 50 i 60). Tanmateix, també ha permès parlar sobre les possibilitats d’expressió artística i sobre les diferents formes de subvertir allò clàssic –que ha estat en gran mesura el nostre pilar discursiu-. El seu recorregut, tot i ser breu, pot ser llargament exprimit. Aquest escrit és només una mostra.