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lunes, 24 de enero de 2011

Tres cartas

En la última semana tres medios han recogido cartas mías en sus versiones escritas y on-line. Quiero decir, en primer lugar, que agradezco  a El País, a El Periódico y a La Vanguardia, que hayan tenido en consideración mis opiniones y, asimismo, que las hayan dado a conocer a un público mucho más amplio que el que pueda acceder a ellas por vía del presente blog.
La naturaleza de los temas tratados en cada una de estas cartas son muy variados, tanto en el fundamento como en el ámbito al que se refieren. No son más que tres visiones sobre  asuntos de actualidad diversos que no tienen ningún tipo de ligamen entre ellos. Aún así, en este artículo haré un pequeño recopilatorio, dando a conocer sus versiones originales –ya que los diarios se reservan el derecho a extractarlas para poder acotar su extensión al espacio que reservan cada uno de ellos-.
Así las cartas son las siguientes:

EL PAÍS 18-01-11
La renovación tardía del Tribunal Constitucional vuelve a poner sobre la mesa los temas de la politización de la justicia y el grado de independencia del poder judicial respecto a los otros poderes del Estado. No es trivial poner el acento en esta cuestión que nos ilustró Montesquieu y que es el pilar fundamental del Estado Liberal Moderno.
Ciertamente, hay que decir que el problema no es que la justicia este politizada, ya que ella misma es política. El problema es que la justicia es partidista. Y es que el ente sobre el que se fundamenta todo el sistema político en España es el partido. Casi, constituye una idea absoluta y uniforme. El partido fue, en su momento, un modo de representar a la pluralidad social. Sin embargo, la idea ha terminado derivando en un servidismo a unas siglas a menudo irracional, muy similar al que se produce en el ámbito deportivo, donde el fin es doble: la victoria propia y la derrota del rival.
Hacer una profunda renovación del sistema urge ahora más que nunca. En esta nueva estructuración social debe primar la idea de ciudadania a la idea de militancia. No deben ser los militantes los que participan activamente en la política, sinó los ciudadanos. Solo con una reforma estructural se puede lograr romper la verticalidad del sistema. Porque, efectivamente, en España la política, aunque dual –o PP o PSOE- es vertical. Los tres poderes del Estado se unifican en dos pilares: los dos grandes partidos políticos. Así, decir que un juez es conservador o progresista, no deja de ser un eufemismo que los medios utilizan para decir que ha estado asignado –y por lo tanto en algún modo vinculado- a uno u otro partido.
No es tarea fácil. Pero el ciudadano debe asumir que ha llegado el momento de tomar la palabra. Exigir nuestros derechos y ejercer nuestros deberes. Y la ciudadanía es un derecho y también un deber. No lo olvidemos.

EL PERIÓDICO 20-01-11
El mundo entero centra estos días su atención en la profunda rebelión social acontecida en Túnez y en la huída forzada del sátrapa Ben Alí del país. La esperanza de que dicha rebelión pase a ser una plena revolución genera optimismo y, a su vez, un efecto reverberante en muchos de los países árabes vecinos, donde el pueblo ve que, unido, se puede hacer frente al tirano. Sin embargo, y pese a que la historia de los progresos sociales de Occidente se ha fundamentado, en gran medida, a partir de potentes revoluciones violentas –cuyo paradigma es, sin duda, la Revolución Francesa- me genera una gran decepción pensar que esto comparece prácticamente como el único modo posible de lograr cambio alguno. No puede ser un ejemplo que para hacer frente a la autoridad totalitaria y conseguir los negados derechos civiles alguien deba inmolarse quemándose a lo bonzo. Sería una gran noticia que Túnez lograra la tan ansiada democrácia. Pero hay que ser cauto a la hora de tomar el medio como precedente. Esperemos que nadie más deba sacrificarse por de la libertad del pueblo.

LA VANGUARDIA 23-01-11
En las últimas décadas, con la consagración de la democracia, se han producido grandes progresos en materia laboral. Muchos años de lucha obrera han obtenido réditos nada desdeñables. Pero la crisis ha obligado a racionar gastos. La economía ha sufrido una profunda recesión y las expectativas de crecimiento a corto plazo son limitadas. Esta evidencia, sin embargo, no puede ser nunca un pretexto para proponer una involución en los progresos sociales que tanto esfuerzo han supuesto.
En este sentido, el anuncio de Nissan en que condiciona su presencia en Catalunya a más horas trabajadas y peor remuneradas no puede considerarse jamás una buena noticia. Cierto, garantiza a miles de trabajadores el empleo. Cierto, asimismo, que no es ahora el momento para ponerle trabas. Pero, finalmente, termina imperando la ley del silencio. No por otra cosa que porque el trabajador no puede hablar, ya que siente el yugo del despido en el cuello.
Hay que felicitar a Fransesc-Marc Álvaro por alzar su voz desde la tribuna que le reserva este diario y dedicar un espacio a este tema. Ciertamente, es, como él mismo dice, un “caixa o faixa”. No queda otro remedio. Pero si esto termina asentando precedente puede suponer una vuelta atrás respecto a muchos de los avances logrados a lo largo de estos últimos años. Seamos cautos: el silencio a menudo es pernicioso.

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