BlogESfera. Directorio de Blogs Hispanos escritos -reflexions variades-: 2013

viernes, 25 de octubre de 2013

Sobre la "doctrina Parot"

Para sintetizar, la doctrina Parot se basa en un principio popular muy conocido: “hecha la ley, hecha la trampa”. En este sentido, como bien se sabrá, la ley tiene siempre un substrato teleológico o, dicho de otro modo, se proyecta sobre un “por qué”. Así, el Código Penal de 1973 –aplicable en las sentencias anteriores al Código Penal de 1995, en el que se eleva la pena a cuarenta años de cárcel- consideró que la pena máxima de cárcel aplicable sobre un reo seria de treinta años ¿Por qué? Porque el legislador consideró contraproducente extender las condenas más allá. Así, cualquier condenado, fuera a los años que fuera –cientos, o miles, quizá- siempre quedaban reducidas a treinta, y sobre esos treinta años se aplicaban los beneficios penitenciarios correspondientes.
Sin embargo, como la justicia española ha tenido algunos tics totalizadores, el Tribunal Supremo decidió, en 1996 y mediante una acrobacia jurisprudencial, decidió romper con la finalidad de la ley –esto es, el trampeo legal al que se refiere al principio del texto- y, así, negar los beneficios penitenciarios a los reos por delitos, especialmente, de terrorismo ¿Cómo? Considerando que, solo a este tipo de reo, se debían aplicar los beneficios penitenciarios sobre cada una de las condenas. Así, si al resto de la población reclusa se le aplican los beneficios penitenciarios sobre los treinta años -aunque hayan sido condenados, supongamos, a trescientos-, a los terroristas se les aplican los beneficios sobre cada uno de los delitos cometidos, de modo que al acumular una pluralidad de los mismos, siempre se termina superando el umbral de los treinta años.
Lo explicado hasta ahora debe llevarnos a ciertas reflexiones; la primera es ¿qué es el terrorismo? Y ¿por qué merece un trato desigual al resto de delitos? El Código Penal, que tipifica el delito básico de terrorismo en su artículo 572, no dice nada respecto al mismo; pues lo define a través de noción de “organizaciones o grupos terroristas”. En tanto que la definición parte de lo definido, el Código Penal incurre en una tautología y por lo tanto, nada alumbra con respecto a lo que pueda distinguir el terrorismo del asesinato. En conclusión, y por economía procesal, el terrorismo no debería distinguirse del asesinato, más si se considera que ambos cargan con la misma penalidad. Por otro lado, considerar la sustancialidad del terrorismo es imposible sin caer en la arbitrariedad de dar algo ya por supuesto, esto es, que algo ya es de por sí “terrorismo”.
Sin embargo, no existe duda alguna de que este círculo ambiguo al que llamamos “terrorismo” genera una especial repulsión en la sociedad. Dentro de ese “ya dar por supuesto”, los “terroristas” merecen, a ojos del ciudadano un castigo ejemplar. La justicia se ha hecho eco de este rechazo y ha decidido trampear la ley con la doctrina Parot; de modo que, contraviniendo la finalidad de la ley misma y respecto a la cual se sujeta la justicia, se busca un hueco legal para cargar con el “terrorista” de un modo especial al resto de reos. Sin embargo, un sanguinario asesino que acumule delitos que no sean tildados de “terrorismo” puede gozar de los citados beneficios penitenciarios. Es evidente que algo chirría en todo lo dicho hasta ahora.
La repulsa, totalmente legítima y comprensible, de los asesinos –terroristas o no-, no debe llevarnos a una confusión en torno a lo que significa nuestro derecho penal. Muy a menudo escuchamos aquello de “se debe hacer justicia” y, ciertamente, se debe. Pero en ese comentario subyace casi siempre la idea retributiva de la justicia –esto es, ojo por ojo, diente por diente-, que contraviene la finalidad reinsertiva que le reconoce la Constitución misma a los presos. En este sentido, los beneficios penitenciarios deben ser entendidos en la línea de la reinserción del reo hacia una sociedad normalizada. Privarlo, sin embargo, de estos beneficios es una infracción clara del precepto constitucional que vincula la cárcel con la reinserción.
En conclusión, la doctrina Parot ha sido una praxis antijurídica desde las diferentes perspectivas en que se mire. No obstante, cabe dejar claro que el presente escrito no pretende hacer apología alguna de los asesinos. Por otro lado, desde aquí también se entiende el infinito dolor de la víctima y la voluntad visceral que el asesino reciba el máximo castigo. Sin embargo, el legislador determinó una voluntad al definir la ley y el poder judicial debe someterse a la misma. Por fortuna, parece que el Tribunal de Estrasburgo obligará a corregir esta grave anomalía jurídica.

miércoles, 28 de agosto de 2013

Independentismo: algunas explicaciones

Creo que, llegados a este punto, se debería poder explicar en castellano por qué gran parte del pueblo catalán ha decidido emprender la senda independentista. No hay un motivo exclusivo, sin embargo, la conjunción de diversos aspectos pueden dar con alguna explicación ¿Por qué esta nueva posición del pueblo catalán? En primer lugar, habrá que mirar la historia reciente entre Catalunya y España.
Recordemos los hechos. El Parlament de Catalunya, donde reside la voz del pueblo catalán, votó por amplia mayoría un nuevo Estatuto de Autonomía. El famoso Estatut siguió su tramitación pasando por las Cortes españolas donde fue significativamente modificado para lograr que éste encajara con la Constitución. Tras alcanzar, finalmente, un acuerdo in extremis entre PSOE y CiU el Estatut ya reunía el quórum parlamentario requerido y fue entonces sometido a referéndum donde recibió el apoyo de la gran mayoría de los electores catalanes. Catalunya había hablado.
Sin embargo, en julio de 2010 el Tribunal Constitucional resuelve un recurso de inconstitucionalidad presentado por el PP, fallando en contra de la constitucionalidad de  artículos muy significativos del texto estatutario y reinterpretando la gran mayoría de ellos en términos restrictivos. En ese instante se produjo una gran detonación. La voz del pueblo catalán y su relación con España no estaban acordes con los principios básicos ordenadores del propio Estado español. El pueblo catalán empezó a encontrarse ante un callejón sin salida.
Las reacciones desde Catalunya no se dejaron esperar. Pero ¿por qué los catalanes no se amoldan a lo que dicta la Constitución española y no ceden a ella? Porque la voluntad del pueblo ante el cambio de relaciones era muy firme y, ya hacía tiempo que había síntomas de incomodidad con el viejo status quo. Así, desde una de las posiciones se propone un nuevo camino para trazar juntos. Sin embargo, la cerrazón de la otra sigue imponiendo la vieja y obsoleta vía por el que el otro no quiere andar más. La reacción ha acabado siendo la búsqueda de un camino propio y ajeno. Y así lo ha hecho Catalunya.
Por otro lado, ha sido evidente que la comprensión que se ha mostrado el resto de España respecto a las reclamas catalanas ha sido exageradamente nula y ello se ha traducido en descalificaciones de gran calado, que no han hecho más que exagerar el sentimiento de los catalanes de querer romper la senda caminada junto a España. No puede sostenerse un matrimonio donde uno está sometido a insultos y vejaciones.
Y, lógicamente, siempre habrá quien dirá que esto lo empezaron los catalanes con su espíritu de grandilocuencia. No lo creo cierto en absoluto; Catalunya simplemente ha expresado un modo de ver las cosas que, como se ha dicho, cierto es que cada vez es más tendente al independentismo. Pero no por ello hay que faltar el respeto a nadie y menos a un colectivo como es el pueblo catalán. No obstante, quiero acabar este párrafo con un apéndice; pues a veces ciertos sectores del independentismo han faltado el respeto a las enseñas españolas. Para nada puedo compartir esta posición y no creo que sea la mayoritaria en Catalunya. En todo caso, ningún insulto debe escudarse en estos episodios que en nunca deben ser representativos de la totalidad del pueblo catalán.
Se ha hablado también del independentismo sobrevenido por cuestiones económicas. Cierto es que Catalunya es contribuyente neto respecto al conjunto del Estado, pero también sucede lo mismo con Madrid y Baleares, y no reclaman la independencia. Así, se puede aceptar que el factor económico pueda ser relevante pero solo cuando ya hay un poso muy marcado generado por otros motivos.
En este sentido, cabe tener en cuenta algo muy fundamental: Cataluya dispone de lengua, cultura e insignias propias. Así, cabe destacarse que las personas, por esencia, necesitan sentirse vinculadas a un lugar y, a su vez, a una comunidad. Esto es así en todo el mundo, incluso en aquellos que se declaran netamente antinacionalistas –hecho que yo llamo la “falacia antinacionalista”-. La razón de este vínculo no debe ser excluyente –aunque en muchos casos, cierto, lo ha sido- y quien se vincula a algo concreto no debe odiar a lo distinto, pues gracias a esa distinción se genera, en muchos casos, cultura.
Es por ello que en Catalunya, hay un gran arraigo hacia elementos culturales propios y diferentes a los que puede representar España. En este sentido es perfectamente legítimo que las personas puedan sentirse más o menos vinculadas a lo que pueda representar Catalunya o España. Asimismo, creo que es un motivo sencillo de entender, que hay personas que se identifican solamente con Catalunya, hecho que no debería llevar asociados más problemas. Sin embargo, la mera vinculación con una realidad cultural concreta sigue siendo motivo de insultos y vejaciones, hecho que lo único que genera es cada vez más sentimiento de desarraigo respecto de España y, consecuentemente, un aumento del sentimiento independentista.

domingo, 7 de abril de 2013

Cáncer


Cáncer. Redundante entorno al título. Cáncer; que, como término, debe, sin embargo, normalizarse en su utilización y requiere comenzar a romper eufemismos atávicos que remiten a una enfermedad letal y, a su vez, cada vez más corriente. Y dicha enfermedad, debe ser nombrada sin subterfugios lingüísticos: Cáncer.
Cáncer; retomando y redundando en un segundo párrafo que repite e intensifica su temido nombre, mientras que, a su vez, pretende ir desmoronando ciertos prejuicios vinculados entorno a  la enfermedad tabú; aquella que solo producía –y produce aún- defunción “tras una larga enfermedad”.
La realidad, sin embargo, es que, como remiten los versos de Jorge Manrique, “nuestras vidas son los ríos/ que van a parar a la mar,/que es el morir”. Y, ciertamente, la enfermedad no entiende de distinción; pues “allí los ríos caudales/ allí los otros medianos/ y mas chicos,/y llegados son iguales”. Versos muy pertinentes hacia algo que no prejuzga prioridad en la predisposición a la afección. El Cáncer afecta a todos e indistintamente.
Esa indistinción, sin embargo, cae en el error que el paciente de Cáncer mediatizado se percibe como alguien igualmente desigual. Ante todo debemos preguntar; ¿Es que no presuponemos que el ser humano es igual, sanitariamente en cada uno de sus aspectos? ¿Quizá afecta distintamente esta enfermedad a un personaje popular que a un verdadero ignorado o marginado social? La respuesta es evidente y cabe subrayarla: Somos socialmente discriminatorios.
Entorno a ello, se han producido polémicas absurdas –tales como que alguien que gozara de apoyo popular pudiese ser beneficiado por un tratamiento de la enfermedad que, parafraseando a Manrique, no entiende de caudales-. Sin embargo, los virtuosos que, por fortuna, han salido adelante, venciendo las vicisitudes de esta grave dolencia y se han incorporado a sus antiguos oficios, tienen muy mucho de ejemplar; pues demasiados son los que quedan ocultos e ignorados por el gran velo del desconocimiento popular.
Pero, lejos de menospreciar el rol de estas personas, su papel es cada vez más relevante. Personas que, en tanto que seres humanos, se sujetan a las leyes de la vida y de la muerte e ignoran su popularidad. Son personas que han batallado contra una grave enfermedad y que, por fortuna, la vencieron. Personas que, en la medida que son representativas de una colectividad, extienden su actitud ejemplarizante hacia el colectivo al que se someten mientras que su actitud remite al pequeño desconocido que, como él, tuvo que enfrentarse a la enfermedad, sin obviar que, pese a todo, no pudo olvidar la arbitrariedad de la alea.
Este texto, sin embargo, más allá de lo que se ha podido exponer, pretende insuflar optimismo hacia tan cruel enfermedad y, ante todo, hacer una apología del sustantivo que la nombra; esto es llamar Cáncer a aquello que lo es, sin más ni menos -ni subterfugios fatuos de la palabra que lo define-: Cáncer y nada más.

Por lo dicho con respecto a la relevante implicación pública y a la normalización del Cáncer, este artículo se dedica especialmente a Fransesc Vilanova y a Éric Abidal.

lunes, 25 de marzo de 2013

Quebrantamiento de la seguridad jurídica


Parece que, finalmente, se ha llegado a un acuerdo entorno a la responsabilidad que tendrán los depositários chipriotas con respecto a sus ahorros. Según las últimas noticias se aplicará un -¿gravamen?- de entorno al 20% sobre los depósitos superiores a 100.000 euros.
Dicho esto, todos podemos concluir lo mismo: no pasa nada, solamente se gravará a los depositantes más ricos; estemos tranquilos. Solamente y, además, de entre estos ricos, más de una tercera parte son millonarios rusos que se aprovecharon del régimen fiscal favorable que les ofrecía Chipre –eufemismo que encubre el decir que este estado, es y ha sido, en toda regla, un paraíso fiscal-. Así, ofreciendo unos tipos impositivos desproporcionadamente bajos con respecto al resto de países de la Eurozona, Chipre hizo –quién sabe porqué- caso omiso a una situación anómala, por otro lado, muy previsible, y la Eurozona hizo la vista gorda, otra vez –como  lo hizo, asimismo, con la anomalía que yacia en el gravamen del impuesto de sociedades de la rescatada Irlanda; o, quizá, con respecto al insuflamiento casi ilimitado de dinero por parte del impoluto germánico a la exponencial creciente deuda griega; o sola e inocentemente a los fondos de alto riesgo que, desde el luteranismo ahorrador que propugnaba la Sra. Merkel, inyectaba dinero a grandes proyectos ineficientes a la vez que se hinchaba nuestra burbuja inmobiliaria-. En todo caso, la Eurozona solo se preocupó de expandir su moneda a tantos países como pudiera. La regulación, en todo caso, se generaría por virtud sacrosanta del libre mercado.
Llegados a ese punto, nadie puede negar el juego sucio de Chipre; captador de capitales en una Eurozona alérgica estos procederes. Sin embargo, tras las regulaciones pertinentes, Chipre fue admitido como Estado miembro y, en tanto a su estatuto, gozaba y se obligaba a los dictámenes de la moneda común. Ingresado ya en el Euro, Chipre continuó engrosando su sector bancario muy mucho; casi hasta sin ver el fin. Llegó a tal engordo que este mismo cuadriplicaba la riqueza media de la isla griega -esto es, el PIB de Chipre era tan solo una cuarta parte de lo que generaba su sector bancario-, fagocitando más y más capital, hasta el destino final e inevitable: El colapso.
Fue entonces cuando Chipre, sometido a una banca nacional en plena quiebra, llamó a las puertas de la Unión. La situación era ya insostenible. La UE y, en particular, la Eurozona, tras ciertos castigos sufridos y el runrún de los que se avecinaban, se dotó de mecanismos para salvaguardar a sus Estados miembros de un colapso genérico. Así fue como la UE, sumida en grandes incertidumbres, decidió crear un seguro bancario, siendo ella misma la prestataria en caso de siniestro. Todos sonrieron felices, entonces; pues no podía haber mayor aseguradora que la institución misma que había creado el Euro.
La garantía que se ofreció, transcurriendo por aquel entonces el año 2009, fue un seguro absoluto sobre todos los depósitos inferiores a 100.000 euros. El caos, sin embargo llegó para finales de marzo de 2013, cuando la quiebra del sector bancario chipriota requiso de la ayuda comunitaria. Entonces, en un primer momento, se planteó un gravamen algo superior al 6% para los depósitos cubiertos en virtud de esa cantidad. La repercusión inmediata fue la ruptura del sistema de seguros que recaía sobre los depósitos inferiores, asegurados por la propia UE mediante distintos mecanismos -el FROB en el caso español- ¿Era una quiebra, pues, de la misma institución comunitaria? La respuesta, días después, ha sido que dicha carga habría supuesto una violación del principio de seguridad jurídica.
No era entonces un problema chipriota. Lo que se ponía en duda era que aquellos Estados que se encontraban en una situación de fragilidad económica y que, en un plazo medio, podían incurrir en un rescate, pudieran incurrir, a la vez, en alguna medida arbitraria, como la impuesta a Chipre.
Ciertamente, lo más grave de todo lo acontecido es sin duda, este ultimo punto. Pues es una garantía jurídica que cuando alguien dispone de unas condiciones suscritas contractualmente, estas son vinculantes para ambas partes y, sobretodo; que nadie, ni ningún factor exógeno puede unilateralmente cambiar lo acordado. Este principio fundamental, básico y, casi, constituyente del derecho civil de todo régimen constitucional, se ha visto violado en esta ocasión. Dicha violación no es una afección sobre los más ricos –como hemos anticipado al principio-. Esto es, sin embargo, una afección sobre sobre el conjunto de las personas; pues jamás puede justificarse que lo acordado en vínculo jurídico pueda ser substancialmente modificado.
Cabe decir e insistir, ante todo, que esto no es una defensa a los más pudientes -mucho dista de serlo-. Es, fundamentalmente, una defensa de la seguridad jurídica; una defensa a que la suscripción de unas condiciones no puedan ser modificadas arbitrariamente según criterios de necesidad. Todos y cada uno, debemos ser conscientes del valor de la seguridad jurídica; pues sin su presencia no habría garantía de nada. Lo que se presenta aquí es, ante todo, una apología al contrato; nada más. Pues su vinculación permite disponer de las garantías de cumplimiento de los derechos y deberes suscritos y, en último termino, es el fundamento del mantenimiento del orden público.
Por todo ello y por las implicaciones mayúsculas, que superan los ricos y pobres, el cumplimiento del deber contractual frente a la arbitrariedad quebrantadora, debe ponderarse como algo mucho más preciado a los efectos nocivos de los injustificados incumplimientos. Pues, en esencia, la seguridad jurídica es el tronco común que permite la evitación de todos los desvíos que pueden acarrear efectos nocivos sobre cada uno de nosotros. Seamos o no chipriotas.

miércoles, 20 de marzo de 2013

Chipre: pormenores de un rescate


Nos llega la triste noticia del rescate a Chipre. Rescate copagado, sin embargo, y de modo igual, desde las mismas arcas chipriotas y desde la troika (BCE, FMI y Comisión Europea). El 50% del mismo lo cubriran los tenientes de depositos en bancos de este país, el resto se cubrirá entre todos.
Este rescate contiene, sin embargo, distintos aspectos que deben salir a la luz:
1) Chipre ha sido un paraíso fiscal integrado en la Eurozona. El beneficio fiscal obtenido por la deposición que han ofrecido los bancos y las autoridades chipriotas ha sido muy, muchísimo, mayor a la media de los países que tienen como moneda el Euro. Lógicamente eso ha conllevado que muchos inversores recurrieran, alocadamente, a la disposición de sus ahorros en dichos bancos, preferiendo éstos a los de cualquier otro país de la UE. La responsabilidad de ello es, lógicamente, compartida: el gobierno chipriota se beneficiaba de la gran cantidad de capitales que descansaban en sus bancos; mientras, la UE –incomprensiblemente- obtuvo los réditos correspondientes a Chipre como Estado Miembro -y paraíso fiscal- sin verificar sus condiciones económicas para poder dar suficientes garantías como miembro de la Eurozona.
2) No todos los tenedores de depósitos son iguales. Aún siendo Chipre un paraíso fiscal, no todos los depositantes de dinero en sus bancos han sido igualmente castigados -hay que decir, hoy, que la UE estudia imponer unos tipos más equitativos-. Sin embargo, la misma Unión ha trasladado hasta ahora el castigo por disponer de ahorros en los bancos chipriotas, en un castigo igual a las grandes fortunas y a las pequeñas; pues los tipos de retención estipulados son los siguientes; mientras los grandes capitales (más de 100.000 €) gravarán un 9,9%, el tipo impositivo para los ahorradores de depósitos inferiores a 100.000 € será del 6,75% .
Es evidente que, si se tuviera que hacer frente al rescate mediante al ahorro, los tipos son demasiado onerosos; pues una familia –póngase, de media, una numerosa, de cinco miembros- que dispusiera de un ahorro en depósito –imagínese, de 20.000 €-, y que dichos ahorros fueran la base para poder sostener –sobrevivir- el día a día; dicha familia seria castigada con la imposición de 1.350 € -cantidad nada negligible para un pequeño ahorrador-.
3) El beneficio fiscal se atribuye, casi excluivamente, al capital extranjero. Los ciudadanos, en su amnesia –o indiferencia- colectiva, no ha hecho nada para cambiar la situación. Todos sostuvieron una situación económicamente insostenible; el dinero facturado por el sector bancario chipriota fue cuatro veces superior al mismo PIB del país. Es evidente que esta rátio es insostenible en cualquier estado con tributaciones normales. Sin embargo, mientras el ciudadano común chipriota tributaba a unos tipos insoslayables, han sido las grandes fortunas las que han depositado dinero sobre los bancos del país, buscando el mayor beneficio fiscal -y lo han obtenido-. De ahí el súbito interés de los gobernantes rusos –Putin y Medvédev- en que no haya afección alguna sobre el dinero depositado en los bancos del país isleño.
4) Quiebra la aseguradora más fiable: la Unión Europea. El periodo 2008-2009, previa evidencia de una inminiente crisis económica paneuropea y de consecuencias indeterminables, se decidió crear un seguro para todos los depósitos bancarios inferiores a 100.000 €. No era un seguro privado; lo garantizaba la mismísima Unión, mediante mecanismos heterogéneos. Es evidente que el recargo impuesto ahora sobre los depósitos chpriotas rompe con una norma aprobada en las más altas instancias de la Unión. Una norma que en España logró inducir a muchos ahorradores a disponer, en tiempo parcial de su dinero en depósito, conociendo el aval que garantizaba la UE con el Fondo de Reestructuración y Ordenación Bancaria (FROB).
Sin duda, un severo golpe a la seguridad jurídica de la UE, con consecuencias inconmensurables.

domingo, 10 de marzo de 2013

Chávez, chavismo y continuidad


El llanto por el deceso del creador de una nueva patria ha trascendido las pequeñas fronteras venezolanas; el luto es casi panamericano. Geográficamente hablando, no más que un pequeño estado. Sin embargo, su renombrada república bolivariana logró ir mucho más allá de la capacidad real de su economía. Hugo Chávez rehizo, reconvirtió y amoldó su tierra entorno a un nuevo paradigma.

El deceso de Chávez no solo es, así, un cambio de estereotipo entorno a la figura vacante. La muerte de Chávez conlleva consigo un movimiento ideológico; el chavismo. Muchos han avalado a su sucesor –Maduro-, nombrado por el mismísimo “Comandante-Presidente” para la continuidad del nuevo socialismo bolivariano del siglo XXI. Sin embargo, la subrogación de dicha ideología a “Un” personaje, es casi absoluta; esto es, Chávez es a la vez el fútil baile mariachi, como la nacionalización –sincrónica- del sector de las telecomunicaciones. Dicho de otro modo; el chavismo se subsumía bajo la bipolaridad entre lo coyuntural –de un baile folklórico-, con la señal bidígita de la deidad política –una suerte de Pantocrátor- que señalaba y mandaba la estatalización de un sector entero de la economía.
A la vez, asentó su economía a un desinterés entorno a las ratios macroeconómicas, a la par que su verdadera atención yació en la clase verdaderamente empobrecida de la sociedad. Chávez fue, indudablemente, un caudillo sensible hacia los pobres y así lo corroboran los índices sobre la materia realizados entre 1998 y 2013; la pobreza reducida casi a la mitad. Chávez gobernó sin la sumisión a las políticas asfixiantes de estabilidad presupuestaria que preconizan organizaciones como el FMI.

Así, año tras año los organismos regidos por las estratagemas de la economía de libérrimo mercado se aventuraban entorno a la inmediata caída del chavismo, que, sin embargo, lograba sobrevivir año tras año. Chávez, dosificaba cuidadosamente su poder petrolífero en virtud de sus aliados más firmes y seguros –entre ellos, genocidas de la magnitud del déspota sirio Bachar Al-Asad-.
De este modo, y pese al apoyo hacia verdaderos regímenes dictatoriales, Chávez lograba exportar su petróleo, y con ello promover intensas políticas sociales en su país. La vivienda, por ejemplo, gozaba de grandes “stocks” públicos que en ningún momento fueron susceptibles de conformar “burbuja” alguna; pues, a diferencia de España, ésta contaba con un aval material irrevocable, el petróleo –no hay burbujas vacuas mientras el oro negro insufla su líquido-.
Venezuela, en cambio, ha notado muy mucho la influencia del chavismo en la estatalización de la productividad. Los varemos anuales entorno a la competitividad relegaban al país a posiciones verdaderamente marginales. Cierto es que, cuando la empresa privada casi no tiene lugar, la competitividad tiende al cero. Venezuela solo puede ser competitiva mediante la continua devaluación del bolívar; la última, muy relevante, aconteció hace unos días, yaciendo Chávez, casi, en su lecho mortuorio, sin capacidad de discernir.

Las decisiones que debe resolver el chavismo, sin embargo, no son sencillas. Las elecciones que se avecinan darán un claro triunfo al oficialismo chavista en la medida que la idolatría y la victimización se transformen en voto. Maduro, sin embargo, así como el conjunto de personajes que pueden tener relevancia en este proceso sucesorio, no pueden ni podrán equipararse a Chávez, pues, pese a su afinidad ideológica, distan leguas de lograr la capacidad de empatía de la que gozaba el viejo Presidente. Y sobre esa capacidad, indudablemente, yace el chavismo.
Los próximos meses, pues, serán de tanteo; de ubicación. El chavismo, sin embargo, ha muerto con su ideólogo. El chavismo y sus implicaciones serán muy dignas de análisis en la politología actual –más cuando en Europa se dan a conocer personajes de la alterpolítica, como Grillo-. El chavismo no fue malo intrínsecamente; fue alternativo. Y ahí yace, como verdadera fuente de ideas para los próximos años; más cuando Europa se entrega a paradigmas socioeconómicos desconocidos. Las pregunta que nacen a raíz de lo dicho es; ¿podría influir alguno de estos paradigmas algo relevante en el quehacer de la política externa? ¿Hay algo exportable del chavismo a los patrones políticos basados en la economía social de mercado?