BlogESfera. Directorio de Blogs Hispanos escritos -reflexions variades-: 2023

martes, 11 de julio de 2023

Instituto Salk: el descubrimiento de los muros

Silencio. Que nada se mueva. Nadie debe poner voz al Espacio. A su universalidad. Porqué él lo expresa todo. Porque las palabras jamás podrán contenerlo. Principio del fin; al habla Wittgenstein: “De lo que no se puede hablar es mejor callar”. El ruido es pecaminoso cuando distorsiona lo inasible. Pero, por desgracia no hay más remedio: asumiremos con pesar la penitencia. Dichosa sea la palabra desgarradora. Pero es el único medio. Habrá que hacer uso de ella. Perdón.


Así, en ambos lados, se elevan las murallas. En ellas, se contiene el horizonte. El Instituto Salk se alza. Sublime y seguro. Protegiendo entre esos pliegues de hormigón lo esencial del mundo: su Orden. Hablar de esta obra exige hacerlo con cautela. Oraciones cortas. Punto. Siguiente. Nos lo dicta la vista. Louis Kahn así lo precisó. La crítica de arquitectura menos ortodoxa. Probablemente. Pero las circunstancias lo exigen. Por deber a la pulcritud. También al rigor. Pues, el estilo narrativo define en sí mismo. Da sentido a las cosas.

Ciertamente, impone. No por coloso; por excelso. El cuerpo centrado entre los muros. La línea; entre el Cielo y la Tierra. Todo es, ciertamente, perturbador. Sublime. El agua emana. El arabesco canal es el eje de simetría. Incluso ello tiene algo de inquietante. La plaza que se abre se precipita al abismo. Entonces caminamos. Siguiendo el hilo de agua. Sin más pretensión. Repentinamente descubrimos: cada pliegue era un contenedor. En cada oscilación se incrustaba lo habitable.

La curiosidad, sin embargo, nos remueve. Oscilamos tambaleantes ante los pórticos sobrevenidos de aquellos muros que parecían infranqueables. La palabra se libera y la contención se dilata. La belleza domina ahora a lo sublime. Descubrimos que tras la parquedad inicial, Kahn nos guardaba una sorpresa inesperada ¡No eran muros! Pues en ellos, había vida. Vida que salva vidas; esto es, un centro de investigación oncológico. Habitado por biólogos, médicos o científicos de tipo diverso. Todo ese mundo se abría y se desplegaba contenido en esos aparentes cubículos de madera. Ello, sin perder un ápice de su carácter magnifico y brillante.


Entre lo infranqueable y lo permeable. Lo sublime y lo bello. La tosquedad muraria nos hacía contener el aliento. Ahora respiramos con los pulmones dilatados. Del reverso al anverso hay todo un mundo. Allí, todo contenido por una expresión sutil y magnífica. Nos imponía lo que ahora nos invita. Sin perder el orden ni el rigor, todo ello se nos abría ante nuestros ojos. Al fin, la arquitectura es también tiempo. Así, éste transcurre en un lapso de revelación mística. Ella se revela parcialmente dándonos a entender su dualidad. Pero siempre en lo parcial. Porque entre el principio y el fin; entre el alfa y el omega: algo sigue cerrado en su mística ¡Amén!

miércoles, 5 de julio de 2023

Espacio arquitectónico y Humanidad

Todo acontece. En lo bueno y en lo malo, en el gusto o el disgusto. Más a la derecha o bien más escorado a la izquierda. Pero si algo es indudable en todo fenómeno es que acontece. Así ha sido y será, y sin embargo algo tan obvio siempre acaba pasando desapercibido. Las cosas, como acontecidas, deben poseer, ante todo, dos elementos sin las cuales no podrían ser; esto es, el tiempo y el espacio. Kant hizo hincapié en ello en su Crítica de la razón pura, donde estos conceptos pasarían a ser los a priori de todo fenómeno (Kant, 2005:  pp. 44-47). Dicho de otro modo, no podría haber fenómeno sin tiempo o espacio preconcebidos, de antemano. Así, a modo de introducción, el estudio versará sobre el espacio pues, como se verá, es el elemento sobre el que la arquitectura moldea y da forma. La arquitectura y el espacio, pues, serán dos piezas muy vinculadas; una lo necesita, la otra le otorga entidad.

No obstante, antes de continuar, debe hacerse una pausa en el camino para determinar algo previo a todo ello. La arquitectura es el arte del espacio ¿Qué es, entonces, el espacio? La respuesta no puede limitarse a la mera magnitud que deriva de la aplicación euclidiana y cartesiana. Si se piensa un espacio cuyas directrices sean las dimensiones de altura, anchura y profundidad se errará. Si se añade el factor tiempo, puede completarse, pero no puede ser, tampoco conclusivo. El espacio sin atributos no puede ser artísticamente abordado y, con ello, se aleja indefectiblemente de la arquitectura. Así, ¿qué puede ser el espacio desde esta perspectiva?

Moholy-Nagy definía, ante todo, al espacio como algo dinámico y fluyente cuyos elementos constitutivos –a nivel arquitectónico- “llevan la periferia al centro y desplazan al centro hacia afuera” (Montaner, 1999: p. 34). Como aquel que abre las ventanas para airear, el espacio transmuta como ese flujo aéreo en su proceso de renovación. Por lo tanto, aquí, se habla de algo que parece ir algo más allá del estatismo de las tres dimensiones. Sin embargo, ¿qué es el centro? Sigue siendo impersonal. Esta idea de espacialidad, por lo tanto, se asemeja a la que lleva a Bruno Zevi a negar la existencia del mismo espacio en la arquitectura griega, al tildar al templo de simple escultura carente de más y, por ello, de ejemplo de no-arquitectura (Zevi, 1998: pp. 54-57). Todavía falta buscar otra vuelta de tuerca. No podemos concebir un arte del espacio en que, o bien este mismo se niegue o que no se vincule con lo humano –pues entonces deja de ser arte-.

Sin embargo, no puede estar demasiado lejos del punto de exploración. Quizá valga una reorientación para ilustrar que, en efecto, los templos tienen espacio. Asumirlo implicaría un ejercicio de hermenéutica que integraría las diferentes piezas de un santuario. Sin ir más lejos, en la Acrópolis de Atenas no se puede concebir el Partenón sin los Propileos, ni la estatua central de Atenea que, a su vez, se remite al Erecteion. Se pasa del objeto aislado al conjunto ordenado para poder generar un espacio litúrgico exterior. El edificio genera dicho espacio de dentro hacia afuera. La celebración de las Panateneas, se desarrollaban, así, como un recorrido en torno a todo ese espacio dado, otorgándole a él una semántica muy alejada del espacio cartesiano en que se movería en la contemporaneidad. De repente, surge una nueva idea de espacialidad donde el ser humano jugaría un papel de creador e interprete. Esta vez sí, lo humano, lo espacial y lo arquitectónico se dan de la mano.

Así, casi sin dar cuenta de ello, se ha quebrado esa idea apriorística kantiana del espacio, para sacar a la luz algo nuevo: el “lugar” (thopos). Este concepto remite inevitablemente a esa deidad a la que se remite el origen de lo circunscrito; aquello cuyas características coinciden dentro de la apertura: el genius loci. Ese “guardián” del lugar; de aquello que siempre subyace en ello, allí, el genius loci está presente. Ese daimón clandestino, se percibe allí donde debe estar. (Norberg-Schulz, 1980: pp. 69-71). Sin embargo, no cabe olvidar que el cuidado yace en manos de la Humanidad. El genius loci solo puede ser destruido por aquella civilización que lo encumbró, justo cuando se olvida de su presencia.

Pasados más de dos milenios, el espacio, sin embargo, ya opera en términos científicos. A la vez, la ciencia y, en particular, la técnica, toma el espacio. El propósito de ello no puede ser más claro: la producción masiva derivada del advenimiento de la Revolución Industrial, en pleno siglo XIX. La antigua ciudad se degrada y crece hasta límites insoslayables que la hacen inaprensible en su globalidad. Ello sucede porque se ha expandido hasta límites que operan en términos regionales, pero el lugar necesita manifestarse en su debida escala para la cognición humana. Es en esa fase cuando surge el distrito o barrio, entendido como el ámbito espacial susceptible de localizar. En ello, hay que operar de modo similar; pero se necesitaran nuevos términos.

En este punto, el análisis que plantea Aldo Rossi puede resultar muy útil para poder ubicarse en la nueva morfología urbana. Así, se debe partir de que las ciudades se constituyen en distritos –o como se denomine en su caso-.En primer lugar, se constituye un elemento primario en torno al cual pivotará el tejido urbano basado, a su vez, en la llamada tipología edificatoria; es decir, el patrón base que la edificación adoptará en dicha zona (Rossi, 1998: pp. 98-105).

De este modo, se puede imaginar el barrio del Born de Barcelona. El elemento primario entorno al cual se estructura éste sería, fundamentalmente, la Basílica de Santa María del Mar. En ella se apoyaría, de un modo auxiliar el conjunto de palacios de estilo gótico civil que conforman la calle Montcada. Estos elementos, permanecen inalterables, como sostén sempiternos del Born in saecula saeculorum. La edificación, por otro lado, responde a vías estrechas de relativa ortogonalidad, así como un modelo edificatorio de planta baja y tres alturas, siendo cada piso más bajo que el inferior a la vez que las aberturas también tienden a aumentar a medida que descienden.

En el estado actual de cosas, pues, se ha logrado obtener el modelo interpretativo de la nueva urbanidad y se ha ejemplificado con un caso particular ¿Pero todo ello, dónde nos lleva? Pues a determinar cómo se vincula con lo humano. Ese vínculo debe partir de un nuevo giro de guion. A todo lo dicho y, dentro del ámbito de lo que nos es propio o, como decía Martin Heidegger, en ese ser-en-el-mundo; ahora está la Humanidad. Nadie más que ella goza de este tipo particular de territorialidad en la cual se constituye un hito. Él se eleva como nuestra referencia inmutable; esto es, como aquello que nos dice nuestro “a dónde”. Ello es el axis mundi, que se alza como un faro que ilumina a todo su alrededor. Actuando como un compás que se abre y que define el perímetro de nuestro lugar. Así, se desarrolla el llamado imagino mundi (Norberg-Schulz, 1980: pp. 19-25).

Pero, siempre, volvemos al omphalos. Los griegos situaban un pequeño elemento lítico para referir y dotar de cierta centralidad al hogar en tanto que era aquello que vinculaba más que nada al ámbito de lo privado, en analogía con el ombligo y en la relación maternofilial. Ese espacio, más que ningún otro, es el que nos pertenece verdaderamente. El vientre maternal es, a la vez, la conexión con el todo. Su líquido amniótico lo ordenamos con nuestras propias manos. La morada acoge a cada cual y tal y como es. Por ello, le debemos su protección de un modo muy especial.

La conclusión de este ensayo, remite al principio. Así, se dirá que, al fin, en todo yace el acontecer. Toda intervención en la ciudad debe hacerse en base a lo dicho. Los acontecimientos siguen una linealidad y, un despunte excesivo puede romper el equilibrio. Asimismo, hay que saber en qué elemento se interviene y preservar el substrato de su memoria. Dicho esto, la lectura de éste texto, pronto habrá acontecido. Sin embargo, se reincorporan otros acontecimientos: unos esperados otros totalmente ignotos. Pero todo sigue. Con esa semántica; con la propia y exclusiva de cada cual. Inigualable e inescrutable en su totalidad. Atenta y cuidadosa. Todo acontece, cierto. Y así, los acontecimientos seguirán su curso mientras la licencia de nuestro mismo acontecer permanezca con nosotros. Mientras ello dure, en todo acontecimiento que nos toque, por tangencial que sea, deberemos tomar partido.

 

BIBLIOGRAFÍA

Kant, I. (2005). Crítica de la razón pura. Barcelona: Taurus.

Montaner, J. M. (1999). Arquitectura y crítica. Barcelona: Gustavo Gili.

Norberg-Schulz, C. (1979). Existencia, espacio y arquitectura. Barcelona: Blume.

Rossi, A. (1998). La arquitectura de la ciudad. Barcelona: Gustavo Gili.

Zevi, B. (1998). Saber ver la arquitectura. Barcelona: Apóstrofe.

martes, 7 de febrero de 2023

La 'Barcelona regional' i els seus reptes (Passat, present i futur de la ciutat)

INTRODUCCIÓ

És fàcil d’intuir que la gènesis d’una ciutat com Barcelona, originada com a tal mil·lennis enrere i ubicada al raser d’un pla banyat pel maremàgnum cultural del Mediterrani, no se simplifica en un mer assaig. No obstant, és necessari que, per l’anàlisi que aquí es vol dur a terme s’ofereixin unes pinzellades, de brotxa grossa, entorn a ella.

Així, en primer lloc, surt a la llum que el primer assentament romà, format fa poc més de dos mil anys enrere, es el punt en que s’inicia la història urbana i, per tant, de la ciutat; doncs si bé aquesta ja estava ocupada pel poblat iber dels laietans, assentats a la muntanya de Montjuïc, no es pot establir en aquest una linealitat entre el desenvolupament posterior de la ciutat i l’esmentat poblat en termes morfològics.

Dit això, la coneguda com a Barcino, no era més que un petit nucli urbà que tenia com a punt central el forum (ubicat en una zona aproximada a l’actual plaça de Sant Jaume i el Palau de la Generalitat) i que, des d’ell fins als extrems marginals, tot era circumscrivible en un radi inferior a 250 metres a mesurar des d’una petita elevació (el Mons Taber) que es constituïa com a centre estricte de l’antiga ciutat romana.

Amb les successives arribades de pobles diversos com els germànics, àrabs i jueus, la forma de la ciutat va anar condicionada al creixement progressiu de la zona emmurallada i dels ravals perifèrics que anaven integrant-se en les successives aplicacions muraries. Així va ser fins l’any 1852 quan aquestes es varen enderrocar i la ciutat emprenia la seva expansió, prenent com a patró el celebèrrim Pla Cerdà.

A partir d’aquell moment, començaven a intervenir operadors fins aleshores inexistents i que connectarien, ja, amb el present i futur dels mecanismes de transformació urbana de Barcelona; que seran, precisament l'objecte d’anàlisi i estudi del present assaig.

 

1. L’EXPANSIÓ URBANA DEL PLA DE BARCELONA

En aquesta primera fase –és a dir, tot just després de l’aprovació del Pla Cerdà però prèvia encara a la seva execució- la geografia del pla de Barcelona o, dit d’altra forma, del que avui coincideix amb els llindars estrictament administratius i polítics d’aquesta-, estava constituït per el congestionat nucli de l’antiga ciutat i per un conjunt de petits municipis perifèrics que es distribuïen més o menys propers a ella. Sense ànim d’exhaustivitat, es fa referència a les poblacions de Sants, la Vil·la de Gràcia, Sant Andreu del Palomar o Sant Martí de Provençals.

Amb la progressiva urbanització i edificació de la malla definida per Cerdà, però, la vella ciutat de Barcelona va quedar com un reducte de carrers foscos i amb clares mancances higièniques, per donar lloc a un model progressista de ciutat, insuflada de llum i oxigen que van anar integrant, al mateix temps els municipis perifèrics. D’aquesta forma, l’arribada de la gran urbs a aquestes poblacions circumdants va derivar en la seva integració fàctica i, posteriorment, política a la ciutat de Barcelona –aspecte que va tenir lloc entre finals del segle XIX i principis del XX-.

La ciutat creixia i s’ampliava, doncs, en molt poc temps, de manera exponencial. Així, per una banda la Barcelona rural s’urbanitzava a marxes forçades. Per l’altra, integrava en el seu sinus el conjunt de poblacions, antigament perifèriques, en l’expansiva ciutat de Barcelona en qualitat, ja no de municipis, sinó de barris de la mateixa. La urbs es consolidava en termes d’habitació y territori, donant lloc a una incipient metròpolis que s’estenia, ja, de mar a muntanya i de riu a riu. Barcelona, era, per tant, un territori encabit entre un quadrangle delimitat pels seus límits físics, a priori, infranquejables: el mar Mediterrani, el riu Llobregat, la serra de Collserola i el riu Besòs.

 

2. LA GÈNESI DE LA BARCELONA METROPOLITANA

Quan el fenomen urbà que comporta la consolidació plena de la ‘nova’ Barcelona, ja ben entrats a mitjans del segle XX, implica, de forma necessària, una reconsideració geogràfica de la mateixa. En aquest punt, doncs, el que es troba és quelcom equivalent a allò que s’ha dit en referència a la primera integració de les poblacions perifèriques de la fase inicial per extrapolar-lo a una escala superior.

En aquest sentit, allò que podia esdevenir amb els municipis ‘envaïts’ pel Pla Cerdà aniria succeint, en una línia progressiva, amb els municipis que encara es mantenien al marge de la ciutat, de forma que certes pedanies, fins aleshores autònomes amb respecte a la urbs major, acabarien progressivament generant un contínuum urbà per efecte de la sinèrgia expansiva de la darrera.

D’aquesta forma, la força motriu que generen el conjunt d’activitats heterogènies, derivades de l’esmentada expansió i compactació, produeix una repercussió suficient per, en primer lloc, forçar una dependència de les rodalies urbanes sobre la ciutat matriu. En segon terme -i en connexió causal amb el primer- les esmentades activitats -cada cop més especialitzades i concretes-, que no pot absorbir Barcelona, genera un desplaçament cap a aquelles zones perifèriques. Aquest fenomen implicarà, al seu temps, l’expansió de l’antiga zona periurbana.

Així, si bé en termes politicoadministratius es manté una independència, entre Barcelona i la seva perifèria immediata, factualment es pot dir que, des de finals del segle XX i principis del XXI, desapareix la discontinuïtat entre els diferents municipis metropolitans –ja sigui en sentit Besós o Llobregat-. D’aquesta forma, la geografia acaba determinant que Barcelona ja no pot ser un quadrangle limitat per entorns físics que encotillen el seu creixement; doncs aquest es produeix, precisament, en el propi context metropolità. Neix, doncs l’anomenada conurbació i es reforça la noció de metròpolis.

 

4. CENTRE I PERIFÈRIA DE LA ‘BARCELONA REAL’

En el punt actual, es pot afirmar que la ‘Barcelona real’ no coincideix amb el seu equivalent politicoadministratiu, sinó que s’ha de subsumir a la seva objectivació geogràfica. Així, tot i que el centre continua pivotant sobre la base de l’antiga ciutat, aquest ha estat subjecte a una nova definició funcional. En aquest sentit, tot i que s’ha anat conformant, d’una forma cada cop més clara la idea del contínuum urbà, s’ha generat un fenomen, aparentment contradictori que no és altra que la segregació funcional interna.

Així, el centre de Barcelona –entenent com a tal Ciutat Vella i tota l’extensió de la malla de Cerdà- ha anat conformant-se com un espai cada cop més vinculat al sector terciari, de forma que la funció d’habitació s’ha desplaçat cap a la perifèria (Ramírez Carrasco, 2003). No obstant, es pot apreciar, encara, una important presència d’habitatges que, derivat de l’efecte de la creixent centralitat, ha anat consolidant un procés d’aburgesament que pot ser, perfectament, encabit sota el paraigües conceptual de la gentrificació.

En aquest context, ressonen amb força les paraules sota les quals Oriol Bohigas (1986) va fer entendre la nova política urbana que, ulteriorment, havia de guiar el projecte olímpic de la ciutat; és a dir, “higienitzar el centre i monumentalitzar la perifèria”. El fet, però, és que, en poc temps, la noció de centre va tendir a ampliar-se, ocupant part d’aquella antiga perifèria. En conseqüència, això ha acabat implicant, també, el desplaçament de la perifèria a l’antic extraradi. Sense perdre vigència, doncs, l’eslògan de Bohigas, cal dir que la relació espacial entre centre i perifèria s’ha dotat d’una nova semàntica en les darreres dècades.

Quan tot allò esmentat es posa en connexió amb la realitat urbana, el que es representa és una ciutat que, per una banda, compta amb un centre altament compacte i amb predomini econòmic del sector serveis i, per l’altra, d’una nova perifèria a la qual cal afegir les altres dues fases ja esmentades. En efecte, es torna a requerir d’una nova necessitat d’escalar per interpretar el que aquí s’ha batejat com la ‘Barcelona real’.

Per il·lustrar aquesta ampliació del camp territorial de referència es pot fer un símil prou eloqüent: Montjuïc era a la primera fase d’expansió de la ciutat el que Collserola podria ser en el context de la ‘Barcelona real’ actual. Dit d’altra forma, la perifèria ni són les zones marginals del quadrangle físic de la Barcelona politicoadministrativa, ni són els municipis que limiten amb el tram final dels rius Llobregat i Besós. Ara, aquesta perifèria s’estén per la zona del Vallès i altres zones periurbanes ubicades, ja, a una distància significativa de la urbs matriu.

 

5. CAP A UNA NOVA MEGALÒPOLIS REGIONAL?

Examinat el model que, fins ara, s’ha anat desgranant, és fàcilment deduïble el seu caràcter progressiu. En aquest sentit, es pot afirmar que el desenvolupament centrífug va absorbint, en diverses fases, la perifèria per ampliar la centralitat. Tanmateix, els límits físics que semblaven infranquejables han estat neutralitzats per mecanismes que, un segle enrere, eren impensables o que es podien concebre com a meres utopies.

En aquest sentit, interessarà il·lustrar aquest fenomen mitjançant l’anàlisi entorn a com han estat integrades ciutats com Terrassa dintre del que és la perifèria barcelonina. En efecte, aquestes antigues urbs –en especial la rellevant Egara (actual Terrassa) romana-, amb un grau d’autonomia i autosuficiència molt elevat, han acabat vinculades en una relació d’interdependència amb respecte a Barcelona.

Així, la clau de volta ha estat, senzillament, aconseguir la permeabilitat de la serra de Collserola. La construcció, doncs, del túnel pel qual aquesta es travessa és el factor gràcies al qual s’ha aconseguit que la connexió entre ambdues ciutats esdevingui fluida i ràpida. La ‘caiguda’ de Collserola; doncs ha permès la ‘conquesta’ del Vallès. Al mateix temps, aquesta connexió que reforça el desenvolupament de Terrassa implica, alhora, que ho facin, també, els municipis de Sant Cugat o Rubí, en tant que s’ubiquen en la línia de connexió entre aquests dos focus. Així, un fet que a priori es pot considerar contradictori esdevé intel·ligible; és a dir, que la relació d’interdependència generada amb l’esmentada connexió implica, precisament, que quan disminueix l’autonomia es consolida el creixement.

En aquesta mesura, doncs, és inevitable pensar on està el límit d’aquest creixement; de l’embrió d’un petit assentament romà a una megalòpolis que, cada cop, entén menys de distàncies físiques i de límits naturals respecte al seu creixement. La geografia urbana, doncs, permet una lectura del fenomen que va més enllà del mer fet físic per explicar les noves relacions d’interdependència.

Així, quan es consoliden aspectes tan heterogenis com la integració del circuit automobilístic de Montmeló o del sincrotró –accelerador de partícules subatòmiques- Alba sota el sinus de Barcelona, és que ja es troben subjacents uns modes de vinculació cada cop més complexos. De la mateixa forma, cal començar a pensar que, probablement, el creixement de l’aeroport no es trobi al Prat de Llobregat, sinó a Vilobí d’Onyar i a Reus; transformant els actuals aeròdroms d’us intensiu en aeroports perifèrics de Barcelona.

Arribats a aquest punt, el que integra conceptualment tot aquest amalgama heterogeni d’activitats, no és altra cosa que la materialització incipient d’una megalòpolis en la qual conflueixen diferents especialitats i especificitats; a on l’espai, cada cop és més permeable. Es pot parlar, plenament, del pas de la ‘Barcelona metropolitana’ a la ‘Barcelona regional’ –una simplificació derivat del terme ‘urbanització regional expandida’ (Brenner, 2013)-. Així, l’embrió ja és actiu, només falta la seva concreció i definició.

 

6. ELS NOUS REPTES DE LA REGIÓ

El primer que s’aprecia –i de fet, ja s’entreveu en el desenvolupament previ- és que Barcelona, entesa com a regió, no es limita a l’espai acotat entre els accidents geogràfics que tantes vegades s’han esmentat al llarg del temps. La Barcelona regional, doncs és un organisme viu, amb diferents graus de compacitat i fluxos intensius que articulen les diferents peces.

Més encara i en certa connexió amb algunes teories de desenvolupament associades a les transformacions de l’activitat econòmica, es pot dir que allò que ofereixen els límits de Barcelona han estat el motiu, precisament, de la seva transgressió. El pla que es constitueix des de la serra de Collserola fins al mar, amb les seves conseqüents zones pantanoses, i l’explotació hídrica dels rius entre els quals s’ubica expliquen l’optimitat d’aquesta zona per al desenvolupament d’un nucli poblacional autosuficient, que va implicar la combinació de l’àmbit residencial amb l’agrari. Aquí es troba l’embrió del creixement urbà posterior, on l’agrari aniria retrocedint per donar lloc a activitats diferents i diverses.

Per altra banda, cal observar la desmitificació progressiva del centre. En aquest cas, la centralitat de la Barcino romana, focalitzada al Mons Taber, implicava una certa sacralitat. Allà se situava, a més, el Temple d’August. Així, es constituïa com una mena d’omphalos (‘melic’, expressat en grec) a partir del qual es projectava com l’element sobre el qual irradiava allò místic o diví al conjunt de la ciutat. Dit això, cal matitzar que, si bé aquest element, en si mateix, no tenia un sentit stricto sensu, es projectava com un símbol col·lectiu d’una comunitat (Eliade, 2006).

No obstant, allò que havia estat instaurat dintre de la categoria de caire misticoreligiosa aniria, progressivament, desvinculant-se d’ella per esdevenir una fita comunitària de caràcter referencial i amb un fort pòsit psicològic –doncs és habitual generar aquestes referències en el dia a dia del desenvolupament de l’ésser humà-. En aquest sentit, Aldo Rossi (1982) reconeix aquest extrem i el reformula sota el patró del genius loqui, (quelcom així com ‘l’esperit del lloc’). En aquesta idea subjau el fet del contenidor de la memòria col·lectiva, del seu pas intergeneracional i de la permanència d’alguna cosa que vincula el desenvolupament d’un espai territorial al llarg del temps. Tot plegat conflueix en el concepte del ‘lloc’.

Es pot afirmar, en aquesta fase de l’estudi, que les centralitats antigues romanen ara com a operadors en els termes que Rossi planteja, alhora que les noves centralitats construeixen les seves pròpies fites -contenidores, tanmateix, d’estructures anàlogues a les esmentades als paràgrafs precedents-. Tanmateix, el lloc (‘thopos’, com originàriament s’entenia en grec), ja només és un referent i no un punt focal o de centralitat –sovint no és necessària la seva visualitat, doncs amb la cognició de la seva presència física en la consciència ja es genera una estabilitat i un ordre psicològic en la configuració mental i subjectiva de l’espai-.

Darrerament, cal reflexionar entorn al concepte de lloc, posant-lo en relació amb el fenomen de la megalòpolis regional. Per iniciar aquest punt s’ha triat el text de Martin Heidegger ‘Construir, habitar, pensar’, que –amb l’estil característic de la seva ‘metafísica poètica’- il·lustra prou bé la idea de lloc, en contraposició amb el concepte d’espai isòtop. Així, el filòsof germànic determina que el ‘construir’ s’ha d’entendre com un equivalent metafísic a l‘habitar’, fet que remet, en últim terme al ‘lloc; és a dir, a una relació de permanència amb ell. Dit, d’altra forma, en l’essència d’allò humà rau una idea d’estabilitat amb un entorn a l’abast de la mesura perceptible de forma immanent; entenent això com el fet de “romandre en un lloc segur” (Heidegger, 2015).

Dit això, el seu extrem oposat es pot trobar en Marc Augé (2017). Segons aquest darrer, es posa sobre la taula un model de societat de sobreabundància generalitzada, on el flux d’informació és tal que no pot arribar-se a la plena intel·lecció o assumpció de la mateixa. Es generen, doncs, filtres inevitables. Aquest fenomen deriva en l’anomenada ‘sobremodernitat’; un estrat que va més enllà de la ‘postmodernitat’. Així, allò dit respecte a la informació es trasllada, també, als paràmetres espacials, de mode que es generen els mers espais de trànsit. En aquests darrers, les referències decauen, fet que acaba derivant en que Augé anomena l’adveniment del ‘no-lloc’.

 

CONCLUSIONS

En primer lloc, cal matisar que, donat el desenvolupament de l’assaig, les conclusions, per imperatius materials, no poden ser totalment ‘conclusives’; doncs, en tant que allò que s’analitza és un fenomen en ple procés de desenvolupament, tancar portes implicaria no saber interpretar que s’està estudiant, precisament, un procés actiu. La conclusió, doncs, es projectarà en base a l’hermenèutica geogràfica i urbanística necessària per aconseguir aquestes fites, juntament amb la integració i l’ús correcte dels  conceptes de determinats aspectes nuclears per entendre l’esdevenir temporal més pròxim.

El conjunt de coses que s’han dit fins aquí porta a quelcom que no pot basar-se en una visió unilateral o binària, d’adscripció o rebuig. Els plantejaments s’han d’integrar per aconseguir l’efectivitat d’un fenomen nou i successiu. Ara, però, es juga amb cert avantatge; doncs en la percepció de la repetició del patró, juntament amb la profunda teorització entorn als models de creixement urbà, cal dir que, dins d’una certa indeterminació, es poden anticipar fenòmens en base als citats models ja passats.

Així, la nova Barcelona regional ha de saber equilibrar la indeterminació relativa de l’àmbit geogràfic del seu desenvolupament amb la concreció d’establir unes pautes sobre com evitar la isotropia i la desvinculació de les persones respecte a l’espai on aquesta es desenvolupa. Aquí interessará, especialment, la determinació del segon punt; doncs si bé els espais de transit no poden evitar incórrer en certa impersonalitat espacial, cal reforçar, sobretot, els punts de cognició sobre els quals la consciència individual i col·lectiva poden assentar les seves bases.

La clau de volta, doncs, és l’assumpció de la nova realitat vivencial en un context regional; desgranant un i altre dels extrems esmentats al paràgraf precedent. En primer lloc, cal assumir que, tot i les dificultats, en clau regional els espais de transit passen a tenir, ulteriorment, un caràcter vivencial. Però, sobretot, cal generar fites o referències en els diferents nivells de perifèria per tal que el ciutadà pugui assentar-se i integrar-se en base als seus propis mecanismes de cognició espacials.

Això passará, doncs, per reintegrar la idea del ‘lloc’, però resemantitzant-lo. “Centralitzar la perifèria”, per tant, serà el nou axioma d’intervenció que haurà de guiar els diferents actors que contribueixen i contribuiran en la definició del creixement urbà; fet que implica, tanmateix, que l’esmentat desenvolupament, no podrà escapar mai d’un anàlisis profund en la globalitat de la seva escala regional. En últim terme, cal plantejar com la progressiva expansió pot donar lloc a connexions interregionals; és a dir, als anomenats hinterlands (Brenner, 2013). El present actual i la integració de tot allò dit fins ara, serà, doncs, el futur  inmediat de la ciutat mateixa.

 

BIBLIOGRAFIA

Augé, M. (2017). Los  «No Lugares». Espacios del Anonimato. Barcelona, Gedisa.

Bohigas, O. (1986). Reconstrucción de Barcelona. Madrid, Ministerio de Obras Públicas y Urbanismo, D.L.

Brenner, N.  (2013). “Tesis sobre la urbanización planetària”, A: Nueva Sociedad, núm.243.

Eliade, M. (2006). El mito del eterno retorno. Madrid, Alianza.

Heidegger, M (2012). Construir, habitar, pensar. Barcelona, Oficina de Arte y Ediciones.

Montaner, J. M. (1997). La modernidad superada. Arquitectura, arte y pensamiento del siglo XX. Barcelona, Gustavo Gili.

Ramírez Carrasco, F. (2003). Valoración de la congruencia espacial entre la actividad residencial y terciaria en el centro urbano de Barcelona [Tesis doctoral: Universitat Politècnica de Catalunya].

Rossi, A. (1982). La arquitectura de la ciudad. Barcelona, Gustavo Gili.