Creo que, llegados a este punto, se debería poder
explicar en castellano por qué gran parte del pueblo catalán ha decidido
emprender la senda independentista. No hay un motivo exclusivo, sin embargo, la
conjunción de diversos aspectos pueden dar con alguna explicación ¿Por qué esta
nueva posición del pueblo catalán? En primer lugar, habrá que mirar la historia
reciente entre Catalunya y España.
Recordemos los hechos. El Parlament de Catalunya,
donde reside la voz del pueblo catalán, votó por amplia mayoría un nuevo
Estatuto de Autonomía. El famoso Estatut siguió su tramitación
pasando por las Cortes españolas donde fue significativamente modificado para
lograr que éste encajara con la Constitución. Tras alcanzar, finalmente, un
acuerdo in extremis entre PSOE y CiU el Estatut ya
reunía el quórum parlamentario requerido y fue entonces sometido a referéndum
donde recibió el apoyo de la gran mayoría de los electores catalanes. Catalunya
había hablado.
Sin embargo, en julio de 2010 el Tribunal Constitucional
resuelve un recurso de inconstitucionalidad presentado por el PP, fallando en
contra de la constitucionalidad de artículos muy significativos del
texto estatutario y reinterpretando la gran mayoría de ellos en términos
restrictivos. En ese instante se produjo una gran detonación. La voz del pueblo
catalán y su relación con España no estaban acordes con los principios básicos
ordenadores del propio Estado español. El pueblo catalán empezó a encontrarse
ante un callejón sin salida.
Las reacciones desde Catalunya no se dejaron esperar.
Pero ¿por qué los catalanes no se amoldan a lo que dicta la Constitución
española y no ceden a ella? Porque la voluntad del pueblo ante el cambio de
relaciones era muy firme y, ya hacía tiempo que había síntomas de incomodidad
con el viejo status quo. Así, desde una de las posiciones se
propone un nuevo camino para trazar juntos. Sin embargo, la cerrazón de la otra
sigue imponiendo la vieja y obsoleta vía por el que el otro no quiere andar
más. La reacción ha acabado siendo la búsqueda de un camino propio y ajeno. Y
así lo ha hecho Catalunya.
Por otro lado, ha sido evidente que la comprensión que
se ha mostrado el resto de España respecto a las reclamas catalanas ha sido
exageradamente nula y ello se ha traducido en descalificaciones de gran calado,
que no han hecho más que exagerar el sentimiento de los catalanes de querer
romper la senda caminada junto a España. No puede sostenerse un matrimonio
donde uno está sometido a insultos y vejaciones.
Y, lógicamente, siempre habrá quien dirá que esto lo
empezaron los catalanes con su espíritu de grandilocuencia. No lo creo cierto
en absoluto; Catalunya simplemente ha expresado un modo de ver las cosas que,
como se ha dicho, cierto es que cada vez es más tendente al independentismo. Pero
no por ello hay que faltar el respeto a nadie y menos a un colectivo como es el
pueblo catalán. No obstante, quiero acabar este párrafo con un apéndice; pues a
veces ciertos sectores del independentismo han faltado el respeto a las enseñas
españolas. Para nada puedo compartir esta posición y no creo que sea la
mayoritaria en Catalunya. En todo caso, ningún insulto debe escudarse en estos
episodios que en nunca deben ser representativos de la totalidad del pueblo
catalán.
Se ha hablado también del independentismo sobrevenido
por cuestiones económicas. Cierto es que Catalunya es contribuyente neto
respecto al conjunto del Estado, pero también sucede lo mismo con Madrid y
Baleares, y no reclaman la independencia. Así, se puede aceptar que el factor
económico pueda ser relevante pero solo cuando ya hay un poso muy marcado
generado por otros motivos.
En este sentido, cabe tener en cuenta algo muy
fundamental: Cataluya dispone de lengua, cultura e insignias propias. Así, cabe
destacarse que las personas, por esencia, necesitan sentirse vinculadas a un
lugar y, a su vez, a una comunidad. Esto es así en todo el mundo, incluso en
aquellos que se declaran netamente antinacionalistas –hecho que yo llamo la
“falacia antinacionalista”-. La razón de este vínculo no debe ser excluyente
–aunque en muchos casos, cierto, lo ha sido- y quien se vincula a algo concreto
no debe odiar a lo distinto, pues gracias a esa distinción se genera, en muchos
casos, cultura.
Es por ello que en Catalunya, hay un gran arraigo
hacia elementos culturales propios y diferentes a los que puede representar
España. En este sentido es perfectamente legítimo que las personas puedan
sentirse más o menos vinculadas a lo que pueda representar Catalunya o España.
Asimismo, creo que es un motivo sencillo de entender, que hay personas que se
identifican solamente con Catalunya, hecho que no debería llevar asociados más
problemas. Sin embargo, la mera vinculación con una realidad cultural concreta
sigue siendo motivo de insultos y vejaciones, hecho que lo único que genera es
cada vez más sentimiento de desarraigo respecto de España y, consecuentemente,
un aumento del sentimiento independentista.
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