BlogESfera. Directorio de Blogs Hispanos escritos -reflexions variades-: 'La Strada' de Federico Fellini

martes, 25 de febrero de 2020

'La Strada' de Federico Fellini


Todo tiene un fin en la vida, incluso una ínfima piedra del suelo; pues si la piedra pierde dicha finalidad nuestro mismo ser también pierde el suyo. Esa poética moraleja, extraída de uno de  tantos personajes secundarios del filme ‘La Strada’ del genio Fellini recluye en su seno el fin mismo de la película e, incluso, el nuestro propio.
Contenida e hiperbólica, realista y mágica, prosaica y poética. De una comunión de acontecimientos más bien contingentes, la película se eleva alumbrando lo más transcendental del ser humano. Cuesta desgranar los aspectos concretos de los que se trata, quizá porque ulteriormente, se acaba tratando de todo en todo y cada uno de lo que acontece.

Cuando Zampanò, un artista ambulante pierde a su ayudante; Gelsomina, hermana de dicha colaboradora, la substituye. La madre, entre sollozos, suplica a su hija que le haga ese favor, siempre a cambio de que Zampanò le retribuya por el mismo. Gelsomina asume ese rol con cierta gratitud.
A medida que se va desarrollando el filme, el lacónico Zampanò se muestra cada vez más cruel hacia Gelsomina, quien –más allá de algún infructuoso conato de librarse de él- parece vincularse cada vez más a al mismo y, con ello, a sus actos de violencia psicológica y –en menor medida- también física que le propina.
Dentro de un marco complejo y frenético, los espectáculos se repiten uno tras otro: siempre con el mismo guión y cada cual tan distinto al otro. El universo felliniano se despliega líricamente a través de la expresividad del rictus de Gelsomina y del contexto topológico y antropológico en el que se vincula.
El ‘crescendo’ de la sensibilidad se pone cada vez más de manifiesto – con un leitmotiv musical que desgrana toneladas de nostalgia-. Quizá se anticipe un retorno hacia algo originario; a una virginidad perdida. Un fin que, como se anticipaba en las primeras líneas de esta crítica, todo tiene y que, en su progresiva perdida, el espectador –pañuelo en mano- no podrá más que reflejarse en una cierta vacuidad existencial.

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