martes, 11 de julio de 2023
Instituto Salk: el descubrimiento de los muros
miércoles, 5 de julio de 2023
Espacio arquitectónico y Humanidad
Todo acontece. En lo bueno y en
lo malo, en el gusto o el disgusto. Más a la derecha o bien más escorado a la
izquierda. Pero si algo es indudable en todo fenómeno es que acontece. Así ha
sido y será, y sin embargo algo tan obvio siempre acaba pasando desapercibido.
Las cosas, como acontecidas, deben poseer, ante todo, dos elementos sin las
cuales no podrían ser; esto es, el tiempo y el espacio. Kant hizo hincapié en
ello en su Crítica de la razón pura, donde estos conceptos pasarían a
ser los a priori de todo fenómeno
(Kant, 2005: pp. 44-47). Dicho de otro
modo, no podría haber fenómeno sin tiempo o espacio preconcebidos, de antemano.
Así, a modo de introducción, el estudio versará sobre el espacio pues, como se
verá, es el elemento sobre el que la arquitectura moldea y da forma. La arquitectura
y el espacio, pues, serán dos piezas muy vinculadas; una lo necesita, la otra
le otorga entidad.
No obstante, antes de continuar,
debe hacerse una pausa en el camino para determinar algo previo a todo ello. La
arquitectura es el arte del espacio ¿Qué es, entonces, el espacio? La respuesta
no puede limitarse a la mera magnitud que deriva de la aplicación euclidiana y
cartesiana. Si se piensa un espacio cuyas directrices sean las dimensiones de
altura, anchura y profundidad se errará. Si se añade el factor tiempo, puede
completarse, pero no puede ser, tampoco conclusivo. El espacio sin atributos no
puede ser artísticamente abordado y, con ello, se aleja indefectiblemente de la
arquitectura. Así, ¿qué puede ser el espacio desde esta perspectiva?
Moholy-Nagy definía, ante todo, al
espacio como algo dinámico y fluyente cuyos elementos constitutivos –a nivel
arquitectónico- “llevan la periferia al centro y desplazan al centro hacia
afuera” (Montaner, 1999: p. 34). Como aquel que abre las ventanas para airear,
el espacio transmuta como ese flujo aéreo en su proceso de renovación. Por lo
tanto, aquí, se habla de algo que parece ir algo más allá del estatismo de las
tres dimensiones. Sin embargo, ¿qué es el centro? Sigue siendo impersonal. Esta
idea de espacialidad, por lo tanto, se asemeja a la que lleva a Bruno Zevi a
negar la existencia del mismo espacio en la arquitectura griega, al tildar al
templo de simple escultura carente de más y, por ello, de ejemplo de
no-arquitectura (Zevi, 1998: pp. 54-57). Todavía falta buscar otra vuelta de
tuerca. No podemos concebir un arte del espacio en que, o bien este mismo se
niegue o que no se vincule con lo humano –pues entonces deja de ser arte-.
Sin embargo, no puede estar
demasiado lejos del punto de exploración. Quizá valga una reorientación para
ilustrar que, en efecto, los templos tienen espacio. Asumirlo implicaría un
ejercicio de hermenéutica que integraría las diferentes piezas de un santuario.
Sin ir más lejos, en la Acrópolis de Atenas no se puede concebir el Partenón
sin los Propileos, ni la estatua central de Atenea que, a su vez, se remite al
Erecteion. Se pasa del objeto aislado al conjunto ordenado para poder generar
un espacio litúrgico exterior. El edificio genera dicho espacio de dentro hacia
afuera. La celebración de las Panateneas, se desarrollaban, así, como un recorrido
en torno a todo ese espacio dado, otorgándole a él una semántica muy alejada
del espacio cartesiano en que se movería en la contemporaneidad. De repente,
surge una nueva idea de espacialidad donde el ser humano jugaría un papel de
creador e interprete. Esta vez sí, lo humano, lo espacial y lo arquitectónico
se dan de la mano.
Así, casi sin dar cuenta de ello,
se ha quebrado esa idea apriorística kantiana del espacio, para sacar a la luz
algo nuevo: el “lugar” (thopos). Este
concepto remite inevitablemente a esa deidad a la que se remite el origen de lo
circunscrito; aquello cuyas características coinciden dentro de la apertura: el
genius loci. Ese “guardián” del
lugar; de aquello que siempre subyace en ello, allí, el genius loci está presente. Ese daimón
clandestino, se percibe allí donde debe estar. (Norberg-Schulz, 1980: pp.
69-71). Sin embargo, no cabe olvidar que el cuidado yace en manos de la Humanidad.
El genius loci solo puede ser
destruido por aquella civilización que lo encumbró, justo cuando se olvida de
su presencia.
Pasados más de dos milenios, el
espacio, sin embargo, ya opera en términos científicos. A la vez, la ciencia y,
en particular, la técnica, toma el espacio. El propósito de ello no puede ser
más claro: la producción masiva derivada del advenimiento de la Revolución
Industrial, en pleno siglo XIX. La antigua ciudad se degrada y crece hasta
límites insoslayables que la hacen inaprensible en su globalidad. Ello sucede porque
se ha expandido hasta límites que operan en términos regionales, pero el lugar
necesita manifestarse en su debida escala para la cognición humana. Es en esa
fase cuando surge el distrito o barrio, entendido como el ámbito espacial
susceptible de localizar. En ello,
hay que operar de modo similar; pero se necesitaran nuevos términos.
En este punto, el análisis que
plantea Aldo Rossi puede resultar muy útil para poder ubicarse en la nueva
morfología urbana. Así, se debe partir de que las ciudades se constituyen en
distritos –o como se denomine en su caso-.En primer lugar, se constituye un
elemento primario en torno al cual pivotará el tejido urbano basado, a su vez,
en la llamada tipología edificatoria; es decir, el patrón base que la edificación
adoptará en dicha zona (Rossi, 1998: pp. 98-105).
De este modo, se puede imaginar
el barrio del Born de Barcelona. El elemento primario entorno al cual se
estructura éste sería, fundamentalmente, la Basílica de Santa María del Mar. En
ella se apoyaría, de un modo auxiliar el conjunto de palacios de estilo gótico
civil que conforman la calle Montcada. Estos elementos, permanecen inalterables,
como sostén sempiternos del Born in
saecula saeculorum. La edificación, por otro lado, responde a vías estrechas
de relativa ortogonalidad, así como un modelo edificatorio de planta baja y
tres alturas, siendo cada piso más bajo que el inferior a la vez que las
aberturas también tienden a aumentar a medida que descienden.
En el estado actual de cosas,
pues, se ha logrado obtener el modelo interpretativo de la nueva urbanidad y se
ha ejemplificado con un caso particular ¿Pero todo ello, dónde nos lleva? Pues
a determinar cómo se vincula con lo humano. Ese vínculo debe partir de un nuevo
giro de guion. A todo lo dicho y, dentro del ámbito de lo que nos es propio o,
como decía Martin Heidegger, en ese ser-en-el-mundo; ahora está la Humanidad.
Nadie más que ella goza de este tipo particular de territorialidad en la cual
se constituye un hito. Él se eleva como nuestra referencia inmutable; esto es, como
aquello que nos dice nuestro “a dónde”. Ello es el axis mundi, que se alza como un faro que ilumina a todo su
alrededor. Actuando como un compás que se abre y que define el perímetro de
nuestro lugar. Así, se desarrolla el llamado imagino mundi (Norberg-Schulz, 1980: pp. 19-25).
Pero, siempre, volvemos al omphalos. Los griegos situaban un
pequeño elemento lítico para referir y dotar de cierta centralidad al hogar en
tanto que era aquello que vinculaba más que nada al ámbito de lo privado, en
analogía con el ombligo y en la relación maternofilial. Ese espacio, más que
ningún otro, es el que nos pertenece verdaderamente. El vientre maternal es, a
la vez, la conexión con el todo. Su líquido amniótico lo ordenamos con nuestras
propias manos. La morada acoge a cada cual y tal y como es. Por ello, le debemos
su protección de un modo muy especial.
La conclusión de este ensayo,
remite al principio. Así, se dirá que, al fin, en todo yace el acontecer. Toda
intervención en la ciudad debe hacerse en base a lo dicho. Los acontecimientos
siguen una linealidad y, un despunte excesivo puede romper el equilibrio.
Asimismo, hay que saber en qué elemento se interviene y preservar el substrato
de su memoria. Dicho esto, la lectura de éste texto, pronto habrá acontecido.
Sin embargo, se reincorporan otros acontecimientos: unos esperados otros
totalmente ignotos. Pero todo sigue. Con esa semántica; con la propia y
exclusiva de cada cual. Inigualable e inescrutable en su totalidad. Atenta y
cuidadosa. Todo acontece, cierto. Y así, los acontecimientos seguirán su curso
mientras la licencia de nuestro mismo acontecer permanezca con nosotros.
Mientras ello dure, en todo acontecimiento que nos toque, por tangencial que
sea, deberemos tomar partido.
BIBLIOGRAFÍA
Kant, I. (2005). Crítica de la razón pura. Barcelona:
Taurus.
Montaner, J. M. (1999). Arquitectura y crítica. Barcelona:
Gustavo Gili.
Norberg-Schulz, C. (1979). Existencia, espacio y arquitectura.
Barcelona: Blume.
Rossi, A. (1998). La arquitectura de la ciudad. Barcelona:
Gustavo Gili.
Zevi, B. (1998). Saber ver la arquitectura. Barcelona: Apóstrofe.
martes, 7 de febrero de 2023
La 'Barcelona regional' i els seus reptes (Passat, present i futur de la ciutat)
INTRODUCCIÓ
És fàcil d’intuir que la gènesis d’una ciutat com Barcelona, originada com
a tal mil·lennis enrere i ubicada al raser d’un pla banyat pel maremàgnum
cultural del Mediterrani, no se simplifica en un mer assaig. No obstant, és
necessari que, per l’anàlisi que aquí es vol dur a terme s’ofereixin unes
pinzellades, de brotxa grossa, entorn a ella.
Així, en primer lloc, surt a la llum que el primer assentament romà, format
fa poc més de dos mil anys enrere, es el punt en que s’inicia la història
urbana i, per tant, de la ciutat; doncs si bé aquesta ja estava ocupada pel
poblat iber dels laietans, assentats a la muntanya de Montjuïc, no es pot
establir en aquest una linealitat entre el desenvolupament posterior de la
ciutat i l’esmentat poblat en termes morfològics.
Dit això, la coneguda com a Barcino,
no era més que un petit nucli urbà que tenia com a punt central el forum (ubicat en una zona aproximada a
l’actual plaça de Sant Jaume i el Palau de la Generalitat) i que, des d’ell
fins als extrems marginals, tot era circumscrivible en un radi inferior a 250
metres a mesurar des d’una petita elevació (el Mons Taber) que es constituïa com a centre estricte de l’antiga ciutat
romana.
Amb les successives arribades de pobles diversos com els germànics, àrabs i jueus, la forma de la ciutat va anar condicionada al creixement progressiu de
la zona emmurallada i dels ravals perifèrics que anaven integrant-se en les
successives aplicacions muraries. Així va ser fins l’any 1852 quan aquestes es
varen enderrocar i la ciutat emprenia la seva expansió, prenent com a patró el
celebèrrim Pla Cerdà.
A partir d’aquell moment, començaven a intervenir operadors fins aleshores
inexistents i que connectarien, ja, amb el present i futur dels mecanismes de
transformació urbana de Barcelona; que seran, precisament l'objecte d’anàlisi
i estudi del present assaig.
1. L’EXPANSIÓ URBANA DEL PLA
DE BARCELONA
En aquesta primera fase –és a dir, tot just després de l’aprovació del Pla
Cerdà però prèvia encara a la seva execució- la geografia del pla de Barcelona
o, dit d’altra forma, del que avui coincideix amb els llindars estrictament
administratius i polítics d’aquesta-, estava constituït per el congestionat
nucli de l’antiga ciutat i per un conjunt de petits municipis perifèrics que es
distribuïen més o menys propers a ella. Sense ànim d’exhaustivitat, es fa
referència a les poblacions de Sants, la Vil·la de Gràcia, Sant Andreu del
Palomar o Sant Martí de Provençals.
Amb la progressiva urbanització i edificació de la malla definida per
Cerdà, però, la vella ciutat de Barcelona va quedar com un reducte de carrers
foscos i amb clares mancances higièniques, per donar lloc a un model
progressista de ciutat, insuflada de llum i oxigen que van anar integrant, al
mateix temps els municipis perifèrics. D’aquesta forma, l’arribada de la gran
urbs a aquestes poblacions circumdants va derivar en la seva integració fàctica
i, posteriorment, política a la ciutat de Barcelona –aspecte que va tenir lloc
entre finals del segle XIX i principis del XX-.
La ciutat creixia i s’ampliava, doncs, en molt poc temps, de manera
exponencial. Així, per una banda la Barcelona rural s’urbanitzava a marxes
forçades. Per l’altra, integrava en el seu sinus el conjunt de poblacions,
antigament perifèriques, en l’expansiva ciutat de Barcelona en qualitat, ja no
de municipis, sinó de barris de la mateixa. La urbs es consolidava en termes
d’habitació y territori, donant lloc a una incipient metròpolis que s’estenia,
ja, de mar a muntanya i de riu a riu. Barcelona, era, per tant, un territori
encabit entre un quadrangle delimitat pels seus límits físics, a priori, infranquejables: el mar
Mediterrani, el riu Llobregat, la serra de Collserola i el riu Besòs.
2. LA GÈNESI DE LA BARCELONA
METROPOLITANA
Quan el fenomen urbà que comporta la consolidació plena de la ‘nova’
Barcelona, ja ben entrats a mitjans del segle XX, implica, de forma necessària,
una reconsideració geogràfica de la mateixa. En aquest punt, doncs, el que es
troba és quelcom equivalent a allò que s’ha dit en referència a la primera
integració de les poblacions perifèriques de la fase inicial per extrapolar-lo
a una escala superior.
En aquest sentit, allò que podia esdevenir amb els municipis ‘envaïts’ pel
Pla Cerdà aniria succeint, en una línia progressiva, amb els municipis que
encara es mantenien al marge de la ciutat, de forma que certes pedanies, fins
aleshores autònomes amb respecte a la urbs major, acabarien progressivament
generant un contínuum urbà per efecte
de la sinèrgia expansiva de la darrera.
D’aquesta forma, la força motriu que generen el conjunt d’activitats heterogènies,
derivades de l’esmentada expansió i compactació, produeix una repercussió
suficient per, en primer lloc, forçar una dependència de les rodalies urbanes
sobre la ciutat matriu. En segon terme -i en connexió causal amb el primer- les
esmentades activitats -cada cop més especialitzades i concretes-, que no pot
absorbir Barcelona, genera un desplaçament cap a aquelles zones perifèriques.
Aquest fenomen implicarà, al seu temps, l’expansió de l’antiga zona periurbana.
Així, si bé en termes politicoadministratius es manté una independència,
entre Barcelona i la seva perifèria immediata, factualment es pot dir que, des
de finals del segle XX i principis del XXI, desapareix la discontinuïtat entre
els diferents municipis metropolitans –ja sigui en sentit Besós o Llobregat-.
D’aquesta forma, la geografia acaba determinant que Barcelona ja no pot ser un
quadrangle limitat per entorns físics que encotillen el seu creixement; doncs
aquest es produeix, precisament, en el propi context metropolità. Neix, doncs
l’anomenada conurbació i es reforça la noció de metròpolis.
4. CENTRE I PERIFÈRIA DE LA ‘BARCELONA
REAL’
En el punt actual, es pot afirmar que la ‘Barcelona real’ no coincideix amb
el seu equivalent politicoadministratiu, sinó que s’ha de subsumir a la seva
objectivació geogràfica. Així, tot i que el centre continua pivotant sobre la
base de l’antiga ciutat, aquest ha estat subjecte a una nova definició
funcional. En aquest sentit, tot i que s’ha anat conformant, d’una forma cada
cop més clara la idea del contínuum
urbà, s’ha generat un fenomen, aparentment contradictori que no és altra que la
segregació funcional interna.
Així, el centre de Barcelona –entenent com a tal Ciutat Vella i tota l’extensió
de la malla de Cerdà- ha anat conformant-se com un espai cada cop més vinculat
al sector terciari, de forma que la funció d’habitació s’ha desplaçat cap a la
perifèria (Ramírez Carrasco, 2003). No obstant, es pot apreciar, encara, una
important presència d’habitatges que, derivat de l’efecte de la creixent centralitat,
ha anat consolidant un procés d’aburgesament que pot ser, perfectament, encabit
sota el paraigües conceptual de la gentrificació.
En aquest context, ressonen amb força les paraules sota les quals Oriol
Bohigas (1986) va fer entendre la nova política urbana que, ulteriorment, havia
de guiar el projecte olímpic de la ciutat; és a dir, “higienitzar el centre i
monumentalitzar la perifèria”. El fet, però, és que, en poc temps, la noció de
centre va tendir a ampliar-se, ocupant part d’aquella antiga perifèria. En
conseqüència, això ha acabat implicant, també, el desplaçament de la perifèria a
l’antic extraradi. Sense perdre vigència, doncs, l’eslògan de Bohigas, cal dir
que la relació espacial entre centre i perifèria s’ha dotat d’una nova
semàntica en les darreres dècades.
Quan tot allò esmentat es posa en connexió amb la realitat urbana, el que
es representa és una ciutat que, per una banda, compta amb un centre altament
compacte i amb predomini econòmic del sector serveis i, per l’altra, d’una nova
perifèria a la qual cal afegir les altres dues fases ja esmentades. En efecte,
es torna a requerir d’una nova necessitat d’escalar per interpretar el que aquí
s’ha batejat com la ‘Barcelona real’.
Per il·lustrar aquesta ampliació del camp territorial de referència es pot
fer un símil prou eloqüent: Montjuïc era a la primera fase d’expansió de la
ciutat el que Collserola podria ser en el context de la ‘Barcelona real’
actual. Dit d’altra forma, la perifèria ni són les zones marginals del
quadrangle físic de la Barcelona politicoadministrativa, ni són els municipis
que limiten amb el tram final dels rius Llobregat i Besós. Ara, aquesta
perifèria s’estén per la zona del Vallès i altres zones periurbanes ubicades,
ja, a una distància significativa de la urbs matriu.
5. CAP A UNA NOVA
MEGALÒPOLIS REGIONAL?
Examinat el model que, fins ara, s’ha anat desgranant, és fàcilment
deduïble el seu caràcter progressiu. En aquest sentit, es pot afirmar que el
desenvolupament centrífug va absorbint, en diverses fases, la perifèria per
ampliar la centralitat. Tanmateix, els límits físics que semblaven
infranquejables han estat neutralitzats per mecanismes que, un segle enrere,
eren impensables o que es podien concebre com a meres utopies.
En aquest sentit, interessarà il·lustrar aquest fenomen mitjançant
l’anàlisi entorn a com han estat integrades ciutats com Terrassa dintre del que
és la perifèria barcelonina. En efecte, aquestes antigues urbs –en especial la
rellevant Egara (actual Terrassa) romana-, amb un grau d’autonomia i
autosuficiència molt elevat, han acabat vinculades en una relació
d’interdependència amb respecte a Barcelona.
Així, la clau de volta ha estat, senzillament, aconseguir la permeabilitat
de la serra de Collserola. La construcció, doncs, del túnel pel qual aquesta es
travessa és el factor gràcies al qual s’ha aconseguit que la
connexió entre ambdues ciutats esdevingui fluida i ràpida. La ‘caiguda’ de
Collserola; doncs ha permès la ‘conquesta’ del Vallès. Al mateix temps, aquesta
connexió que reforça el desenvolupament de Terrassa implica, alhora, que ho
facin, també, els municipis de Sant Cugat o Rubí, en tant que s’ubiquen en la
línia de connexió entre aquests dos focus. Així, un fet que a priori es pot considerar
contradictori esdevé intel·ligible; és a dir, que la relació
d’interdependència generada amb l’esmentada connexió implica, precisament, que quan
disminueix l’autonomia es consolida el creixement.
En aquesta mesura, doncs, és inevitable pensar on està el límit d’aquest
creixement; de l’embrió d’un petit assentament romà a una megalòpolis que, cada
cop, entén menys de distàncies físiques i de límits naturals respecte al seu
creixement. La geografia urbana, doncs, permet una lectura del fenomen que va
més enllà del mer fet físic per explicar les noves relacions d’interdependència.
Així, quan es consoliden aspectes tan heterogenis com la integració del
circuit automobilístic de Montmeló o del sincrotró –accelerador de partícules
subatòmiques- Alba sota el sinus de Barcelona, és que ja es troben subjacents
uns modes de vinculació cada cop més complexos. De la mateixa forma, cal
començar a pensar que, probablement, el creixement de l’aeroport no es trobi al
Prat de Llobregat, sinó a Vilobí d’Onyar i a Reus; transformant els actuals
aeròdroms d’us intensiu en aeroports perifèrics de Barcelona.
Arribats a aquest punt, el que integra conceptualment tot aquest amalgama
heterogeni d’activitats, no és altra cosa que la materialització incipient d’una
megalòpolis en la qual conflueixen diferents especialitats i especificitats; a
on l’espai, cada cop és més permeable. Es pot parlar, plenament, del pas de la
‘Barcelona metropolitana’ a la ‘Barcelona regional’ –una simplificació derivat
del terme ‘urbanització regional expandida’ (Brenner, 2013)-. Així, l’embrió ja
és actiu, només falta la seva concreció i definició.
6. ELS NOUS REPTES DE LA
REGIÓ
El primer que s’aprecia –i de fet, ja s’entreveu en el desenvolupament previ-
és que Barcelona, entesa com a regió, no es limita a l’espai acotat entre els
accidents geogràfics que tantes vegades s’han esmentat al llarg del temps. La
Barcelona regional, doncs és un organisme viu, amb diferents graus de
compacitat i fluxos intensius que articulen les diferents peces.
Més encara i en certa connexió amb algunes teories de desenvolupament
associades a les transformacions de l’activitat econòmica, es pot dir que allò que
ofereixen els límits de Barcelona han estat el motiu, precisament, de la seva
transgressió. El pla que es constitueix des de la serra de Collserola fins al
mar, amb les seves conseqüents zones pantanoses, i l’explotació hídrica dels
rius entre els quals s’ubica expliquen l’optimitat d’aquesta zona per al
desenvolupament d’un nucli poblacional autosuficient, que va implicar la
combinació de l’àmbit residencial amb l’agrari. Aquí es troba l’embrió del
creixement urbà posterior, on l’agrari aniria retrocedint per donar lloc a
activitats diferents i diverses.
Per altra banda, cal observar la desmitificació progressiva del centre. En
aquest cas, la centralitat de la Barcino
romana, focalitzada al Mons Taber, implicava
una certa sacralitat. Allà se situava, a més, el Temple d’August. Així, es
constituïa com una mena d’omphalos (‘melic’,
expressat en grec) a partir del qual es projectava com l’element sobre el qual irradiava
allò místic o diví al conjunt de la ciutat. Dit això, cal matitzar que, si bé aquest element, en si
mateix, no tenia un sentit stricto sensu,
es projectava com un símbol col·lectiu d’una comunitat (Eliade, 2006).
No obstant, allò que havia estat instaurat dintre de la categoria de caire
misticoreligiosa aniria, progressivament, desvinculant-se d’ella per esdevenir
una fita comunitària de caràcter referencial i amb un fort pòsit psicològic –doncs
és habitual generar aquestes referències en el dia a dia del desenvolupament de
l’ésser humà-. En aquest sentit, Aldo Rossi (1982) reconeix aquest extrem i el
reformula sota el patró del genius loqui,
(quelcom així com ‘l’esperit del lloc’). En aquesta idea subjau el fet del
contenidor de la memòria col·lectiva, del seu pas intergeneracional i de la
permanència d’alguna cosa que vincula el desenvolupament d’un espai territorial
al llarg del temps. Tot plegat conflueix en el concepte del ‘lloc’.
Es pot afirmar, en aquesta fase de l’estudi, que les centralitats antigues
romanen ara com a operadors en els termes que Rossi planteja, alhora que les
noves centralitats construeixen les seves pròpies fites -contenidores,
tanmateix, d’estructures anàlogues a les esmentades als paràgrafs precedents-.
Tanmateix, el lloc (‘thopos’, com
originàriament s’entenia en grec), ja només és un referent i no un punt focal o
de centralitat –sovint no és necessària la seva visualitat, doncs amb la
cognició de la seva presència física en la consciència ja es genera una
estabilitat i un ordre psicològic en la configuració mental i subjectiva de l’espai-.
Darrerament, cal reflexionar entorn al concepte de lloc, posant-lo en
relació amb el fenomen de la megalòpolis regional. Per iniciar aquest punt s’ha
triat el text de Martin Heidegger ‘Construir,
habitar, pensar’, que –amb l’estil característic de la seva ‘metafísica
poètica’- il·lustra prou bé la idea de lloc, en contraposició amb el concepte d’espai
isòtop. Així, el filòsof germànic determina que el ‘construir’ s’ha d’entendre
com un equivalent metafísic a l‘habitar’, fet que remet, en últim terme al ‘lloc;
és a dir, a una relació de permanència amb ell. Dit, d’altra forma, en
l’essència d’allò humà rau una idea d’estabilitat amb un entorn a l’abast de la
mesura perceptible de forma immanent; entenent això com el fet de “romandre en un lloc segur” (Heidegger,
2015).
Dit això, el seu extrem oposat es pot trobar en Marc Augé (2017). Segons
aquest darrer, es posa sobre la taula un model de societat de sobreabundància
generalitzada, on el flux d’informació és tal que no pot arribar-se a la plena
intel·lecció o assumpció de la mateixa. Es generen, doncs, filtres inevitables.
Aquest fenomen deriva en l’anomenada ‘sobremodernitat’; un estrat que va més
enllà de la ‘postmodernitat’. Així, allò dit respecte a la informació es
trasllada, també, als paràmetres espacials, de mode que es generen els mers
espais de trànsit. En aquests darrers, les referències decauen, fet que acaba
derivant en que Augé anomena l’adveniment del ‘no-lloc’.
CONCLUSIONS
En primer lloc, cal matisar que, donat el desenvolupament de l’assaig, les conclusions,
per imperatius materials, no poden ser totalment ‘conclusives’; doncs, en tant que
allò que s’analitza és un fenomen en ple procés de desenvolupament, tancar
portes implicaria no saber interpretar que s’està estudiant, precisament, un procés actiu. La conclusió, doncs, es projectarà en base a
l’hermenèutica geogràfica i urbanística necessària per aconseguir aquestes
fites, juntament amb la integració i l’ús correcte dels conceptes de determinats aspectes nuclears
per entendre l’esdevenir temporal més pròxim.
El conjunt de coses que s’han dit fins aquí porta a quelcom que no pot basar-se
en una visió unilateral o binària, d’adscripció o rebuig. Els plantejaments s’han
d’integrar per aconseguir l’efectivitat d’un fenomen nou i successiu. Ara, però,
es juga amb cert avantatge; doncs en la percepció de la repetició del patró,
juntament amb la profunda teorització entorn als models de creixement urbà, cal
dir que, dins d’una certa indeterminació, es poden anticipar fenòmens en base
als citats models ja passats.
Així, la nova Barcelona regional ha de saber equilibrar la indeterminació relativa de l’àmbit geogràfic del seu desenvolupament amb la concreció d’establir unes
pautes sobre com evitar la isotropia i la desvinculació de les persones respecte a
l’espai on aquesta es desenvolupa. Aquí interessará, especialment, la determinació del
segon punt; doncs si bé els espais de transit no poden evitar incórrer en certa
impersonalitat espacial, cal reforçar, sobretot, els punts de cognició sobre
els quals la consciència individual i col·lectiva poden assentar les seves bases.
La clau de volta, doncs, és l’assumpció de la nova realitat vivencial en un
context regional; desgranant un i altre dels extrems esmentats al paràgraf
precedent. En primer lloc, cal assumir que, tot i les dificultats, en clau
regional els espais de transit passen a tenir, ulteriorment, un caràcter
vivencial. Però, sobretot, cal generar fites o referències en els diferents nivells
de perifèria per tal que el ciutadà pugui assentar-se i integrar-se en base als
seus propis mecanismes de cognició espacials.
Això passará, doncs, per reintegrar la idea del ‘lloc’, però resemantitzant-lo.
“Centralitzar la perifèria”, per tant, serà el nou axioma d’intervenció que
haurà de guiar els diferents actors que contribueixen i contribuiran en la definició del
creixement urbà; fet que implica, tanmateix, que l’esmentat desenvolupament, no
podrà escapar mai d’un anàlisis profund en la globalitat de la seva escala regional. En últim terme, cal plantejar com la progressiva expansió pot donar lloc a connexions
interregionals; és a dir, als anomenats hinterlands
(Brenner, 2013). El present actual i la integració de tot allò dit fins ara, serà, doncs, el futur inmediat de la ciutat mateixa.
BIBLIOGRAFIA
Augé, M. (2017). Los «No
Lugares». Espacios del Anonimato. Barcelona, Gedisa.
Bohigas, O. (1986). Reconstrucción de Barcelona. Madrid, Ministerio de Obras Públicas y
Urbanismo, D.L.
Brenner, N. (2013). “Tesis sobre la urbanización
planetària”, A: Nueva Sociedad, núm.243.
Eliade, M. (2006). El mito del eterno retorno. Madrid, Alianza.
Heidegger, M (2012). Construir, habitar, pensar. Barcelona, Oficina de Arte y Ediciones.
Montaner, J. M. (1997). La modernidad superada. Arquitectura, arte y
pensamiento del siglo XX. Barcelona, Gustavo Gili.
Ramírez Carrasco, F. (2003). Valoración de la congruencia espacial entre
la actividad residencial y terciaria en el centro urbano de Barcelona
[Tesis doctoral: Universitat Politècnica de Catalunya].
Rossi, A. (1982). La arquitectura de la ciudad. Barcelona, Gustavo Gili.