Paco: es lo único que encuentro apropiado para empezar; para romper el vacío. El vacío de esta página en blanco. Mi vacío.
Quiero escribir sobre ti, sin obviedades. Sin pretender hacer de esto un homenaje póstumo, ni nada parecido. Solo un discreto recordatorio.
Sin embargo, soy absolutamente incapaz de decir nada. No porque no sepa de ti. Simplemente porque toda palabra resulta sumamente imprecisa. Porque a todo adjetivo no puedo evitar encontrarle un sentido genérico que no puede expresarte. Porque ni una sola palabra, ni nada puede contenerte. Todo tiene una vacuidad inmensa. No veo más que letras, que manchas sobre un fondo blanco, pero nada, absolutamente nada puede ni siquiera dilucidar una sombría imagen de lo que fuiste. Y sin embargo, tu ausencia te hace presente con una claridad con la que no podía verte antes.
Todos los que te hemos conocido sabemos cómo has sido. Pero sin embargo, nadie coincidirá en lo mismo. Y aún teniendo todos razón, ninguno acertará en decirlo. Porque has sido en ti y has sido en nosotros, y en nosotros sigues siendo. Así, no voy a decir nada de ti, y a la vez quiero decirlo todo; solo de un modo, del único posible: haciendo de estas palabras una música que haga aflorar lo que de ti vive en cada uno de los que estuvimos a tu lado; una luz que ilumine cada rincón de nuestras vidas donde tu estás presente; cada fragmento en el que somos algo tuyo.
Si he tocado la tecla que ha hecho vibrar tu recuerdo en alguien, estas palabras, al fin, habrán tenido sentido. Espero haberlo logrado, Paco.
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