BlogESfera. Directorio de Blogs Hispanos escritos -reflexions variades-: Crónica de un debate

martes, 5 de noviembre de 2019

Crónica de un debate


De inicio, cada uno en sus atriles –en ese extraño ring­ de lucha libre-. Se da el silbato inicial. Luego saltan a la palestra los cinco presidenciables y, mientras el resto juegan al ‘más de lo mismo’, sin aportar novedades significativas, dos de ellos destacan con diferencia sobre la monotonía monocroma de la soporífera medianía.

Y, no obstante siendo polos opuestos y jugando tácticas radicalmente distintas, Pablo Iglesias y Santiago Abascal, se alzan con diferencia sobre el resto de los candidatos a residir, los próximos años, en el Palacio de la Moncloa –si es que eso es posible más allá de Pedro Sánchez que, ante el bloqueo evidente, va camino de convertirse en el funcionalísimo de todos los Presidentes del Gobierno habidos y por haber.-

Lo dicho, el verde –en España neo-fascista y, para nada, ecologista- y el morado –el liliáceo que se posiciona en el flanco más izquierdista-, asaltan el plató con vehemencia. Uno des de la serenidad de la experiencia, contemporaneizado en sus tempos y en su virulencia verbal –quedando lejos aquellas épocas en que interpelaba y exasperaba al entonces Presidente Rajoy con su famoso “Tic Tac” del Olímpico de Badalona-. Ciertamente, Pablo Iglesias es, ya un veterano de estos asaltos y, como tal, un moderado púgil. Más politólogo que político, emana dosis de docencia en sus intervenciones a la vez que vectoriza toda la complejidad, aportando soluciones ante una realidad sumamente compleja.

En el otro extremo del pugilato, Santiago Abascal, se muestra como el candidato populista –que en su tiempo pudo ser el mismo Iglesias- pero con un discurso sumamente simplista y efectista que, en todo momento, se desbordó por su flanco derecho. Pero, atención. Este señor no bromea. Dice todo lo que muchos hemos querido escuchar más allá de las paredes del salón de nuestras viviendas. Opuesto a Iglesias, su simplismo es efectista, sobre todo hacia aquellas mentes –abundantes- que pretenden escuchar lo que siempre han pensado y no han gozado decir. Todo un arribista que, a diferencia de Iglesias, todavía está por conocer su techo electoral.

Sí, una doble corona del tamaño de una catedral. Un empate técnico que obligaría a repetir la contienda si no fuera porque el elector de uno y otro están inconexos; pues mientras uno cercaba las orillas del Mar Menor, el otro hacia lo mismo con el Mar de la Tranquilidad –aquél lunático terreno en que un tal Neil Armstrong marcó su huella en su “pequeño paso” que determinaba el devenir de la Humanidad-. Y es que de Humanidad era desbordante el discurso de Iglesias, como lo era de inhumano el de Abascal –pues, como todo buen fascista, hizo gloria del ‘otro’ para achacar los males del presente que nosotros mismos hemos generado-.

Y, qué decir del resto. Pues nada. Más allá de que Rivera vio pasar de largo su último tren y -el que, casi con toda seguridad- lo dejará para siempre apeado del ring político, las glorias del bipartidismo fueron, sin duda, los actores más débiles de la contienda. Con poco que ganar y mucho que perder, moderaron sus ataques de forma muy premeditada. Casado no da para más -¡pobre!-. Sánchez hizo uso de su calidad institucional de presidente –no lo olvidemos, en funciones-, para, de vez en cuando, lanzar algún titular fatuo e inefectivo; pues su acartonamiento presidencial le privó de toda motricidad expresiva que pudiera aparentar un mínimo de tranquilidad.

Así, los vencedores son claros. Los derrotados también. Todo abierto y sin embargo, todo abocado a un periodo de casi imposible gobernabilidad. No se atisban movimientos de desbloqueo a corto plazo; pues si bien el árbitro alzo ambos brazos para coronar a los ganadores de esta batalla –verde en la derecha y morado en la izquierda-, no olvidemos que el recorrido es largo y que el resto de actores –no presentes ayer en el ring- mucho tienen que decir y decidir para consolidar el vencedor final. La batalla de la Moncloa está lejos de resolverse.

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