El primer caucus celebrado, justo en el Estado de Iowa ha depuesto
resultados contrastados. Pues casi nadie se imaginaba lo que esta elección
conllevaría.
En primer lugar y, tirando del lado republicano, el showman
y magnate inmobiliario neoyorquino, Donald Trump, se ha pegado de morros. Iowa
es un lugar tradicionalmente agrícola, con un tejido social blanco y netamente “americano”.
En fin, sumamente conservador y, sin embargo, Trump, con todo lo que promulga,
se ha dado de frente; no obstante a favor del ultra Ted Cruz.
Pues en ese sentido, mucho se contrapone Trump a Cruz,
cuando uno y otro en poco difieren más que en la forma de presentarse. Cruz es,
sin duda más ortodoxo. Trump más exuberante. Eso ha dado a Trump, sin duda, una
fama que supera límites. De hecho, la showmania de Trump le ha dado a
conocer fronteras allá, cosa que su rival, hierático, no ha logrado hacer. Sin
embargo ese hieratismo le ha podido beneficiar a Cruz que, con esa apariencia
de diplomático contenido ha podido arrebatar votos a Trump.
Por un lado muy distinto, Hilary Clinton se las ve ante Bernie
Sanders en un empate técnico. Hilary tiene todas las de perder ante Sanders. No
porque Sanders las tenga todas las de ganar, sino porqué Hilary lo tenia, de
antemano, casi todo ganado.
Sin embargo, un viejo socialista quiere conquistar la Casa
Blanca. De entrada, no nos confundamos. Sanders se dice llamar “socialista” pero,
sin embargo, no deja de ser un socialdemócrata a la europea. Mucho, por otro
lado, en un Estado donde la socialdemocracia ha brillado por su ausencia. Pero,
vamos, en ningún caso un leninista. Un izquierdista, simplemente, europeo. A Sanders
se le reprocha el querer liquidar la Obamacare –la “seguridad social”
impuesta por el presidente Obama- en su reto izquierdista.
Hilary es, por otro lado, más del establishment. La
Sra. Clinton tiene en su deber una política centrista-moderada que,
seguramente, aunará la mayoria social norteamericana. Su gran virtud es la
dicha anteriormente. Sin tener un carisma desmesurado, tiene en su poder una
gran capacidad de movilización del voto moderado. Hilary es la gran favorita.
No obstante, Hilary también partía con ventaja en el 2008,
cuando un casi desconocido Barack Obama enarboló su “Yes we can”, para
apartarla de la candidatura demócrata.
No olvidando, por otro lado, que por la derecha también se
le acercan –y mucho- con Cruz y un sorprendente Trump que es capaz de cualquier
cosa para sentarse en el Despacho Oval y que mal haría en menospreciarlo.
En todo caso, el juego está sobre la mesa. Las partidas
están por ver.
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